Se están viendo en redes sociales comentarios como el siguiente: “EL SANTO GRIAL está en TU INTERIOR. Al hacer AYUNO se activa la AUTOFAGIA y la REGENERACIÓN de CÉLULAS MADRE. Al hacer CETOSIS el CUERPO se DESINFLAMA y REPARA,acabando con CÁNCER,DIABETES… Al hacer PESAS o HIIT ganas MASA MUSCULAR y CREAS NUEVAS MITOCONDRIAS. YA LO SABES” (sic).
Sin embargo, es falso. Ni el ayuno ni la cetosis curan el cáncer y la diabetes. Al contrario, en el caso de los pacientes diabéticos, el ayuno puede conllevar peligro de muerte. Así lo afirma el doctor Giuseppe Russolillo, dietista-nutricionista y presidente de la Academia Española de Nutrición y Dietética, y Alberto Díaz-Ruiz, socio de la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad (SEEDO) y jefe de grupo del laboratorio de gerontología celular y molecular en IMDEA Alimentación (Instituto Madrileño de Estudios Avanzados), consultados por INFOVERITAS.
El ayuno no cura el cáncer
Russolillo es rotundo al aseverar que el ayuno no cura el cáncer. “Es triste que haya personas que, sin la formación y los conocimientos adecuados, estén lanzando este mensaje a la población”, destaca. Una circunstancia especialmente dolorosa si hablamos de pacientes con cáncer, que padecen, por la gravedad de la enfermedad, un alto sufrimiento. “El sentimiento de frustración y de desasosiego es muy alto, y generalmente cuando una persona es diagnosticada de una enfermedad de estas características se agarra a un clavo ardiendo, porque muchas veces el pronóstico no es el mejor”.
A pesar de que se ha avanzado mucho en el tratamiento y la cura del cáncer, actualmente aún queda mucho por hacer, afirma, y existen muchos procesos oncológicos que, “por desgracia, acaban en un proceso de muerte. Y esto provoca que los pacientes busquen cualquier tipo de solución”.
En estas circunstancias de “frustración y tristeza, malas personas, porque son malas personas y muy imprudentes, se aprovechan de estos pacientes para hacerles creer algo y para, al final, acabar sacándoles algún dinero o conseguir adeptos para una causa o una ideología que no tienen ningún fundamento”, explica.
Por su parte, Alberto Díaz-Ruiz, socio de la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad (SEEDO) y jefe de grupo del laboratorio de gerontología celular y molecular en IMDEA Alimentación (Instituto Madrileño de Estudios Avanzados), detalla que los ensayos clínicos en los que se está utilizando el ayuno tienen unos criterios de inclusión y exclusión muy específicos.
“A nadie se le ocurre utilizar el ayuno en personas que cursan con caquexia (pérdida de peso y masa muscular y debilidad) inducida por el cáncer”, destaca. Generalmente, amplía Díaz-Ruiz, se implementan ciclos cortos de ayuno de 36 a 48 horas de forma previa a la administración del tratamiento contra esta enfermedad. “Es decir, el ayuno se utiliza como adyuvante en las diferentes terapias, pero no como tratamiento en sí mismo. Entre los beneficios que se han documentado mediados por esta estrategia se incluyen un aumento de la respuesta a la quimioterapia y una reducción de su toxicidad”.
El ayuno tampoco cura la diabetes
Al contrario, un ayuno podría ser mortal para un paciente diabético, apunta el doctor Russolillo. “Además, es una pena que estas personas hagan este tipo de afirmaciones, porque el ayuno es una terapia que ha estado desde los orígenes de la humanidad y que ha formado parte de muchas religiones. Y que puede tener su sentido”.
El presidente de la Academia Española de Nutrición y Dietética apunta que se está investigando mucho y que puede tener efectos beneficiosos para la salud. En la actualidad se están llevando a cabo estudios sobre ello, y, “por lo tanto, le hacen un flaco favor al ayuno. Porque, posiblemente, bien trabajado y con ciencia, puede ser una herramienta muy interesante para poder mejorar la salud en algunas circunstancias”.
No obstante, el doctor Russolillo enfatiza que bajo ningún concepto un ayuno puede curar el cáncer o la diabetes. “Afirmar esto es ser un irresponsable, un imprudente, engañar y estafar, sobre todo estafar, y aprovecharse de las personas vulnerables que han sido diagnosticadas de una de estas dos enfermedades”, concluye.
Díaz-Ruiz puntualiza que hay muchas estrategias nutricionales en las que se utiliza el ayuno, “pero no todas cursan con una disminución de la ingesta total, sino que existen ciertas pautas en las que, por ejemplo, solo se restringe el tiempo de acceso a la ingesta”. Así, en personas afectadas de diabetes tipo 2, la puesta en marcha de “estrategias de restricción de energía moderada ayuda a mejorar la sintomatología asociada a esta enfermedad”.
Estos comentarios carecen de base científica
Afirmaciones como las del tuit no tienen ninguna base científica, informa el doctor Russolillo. Actualmente hay estudios que han demostrado tener mucho interés, pero se han hecho en ratas de laboratorio. Aún no hay datos “suficientemente importantes en humanos, pero en ratas sí”. Es cierto que se ha visto que en animales que tenían un tumor y que se les ha aplicado algún tipo de tratamiento quimioterapéutico los ayunos han sido favorecedores e incluso han mitigado los efectos secundarios de la terapia, explica. “Esto es muy interesante. Incluso en algunos casos, ayunos intermitentes han mejorado a ratas diabéticas”.
Pero con esto no se puede afirmar que haciendo un ayuno se puede curar el cáncer o la diabetes, prosigue. “Es una irresponsabilidad, es una locura. Aparte de los posibles beneficios, que se están investigando, los estudios no son concluyentes como para hacer afirmaciones en humanos. Si bien es verdad que en muchos casos son prometedores, puede tener su interés en la salud en general y en algunas patologías, bajo ningún concepto podríamos decir hoy que con un ayuno curamos el cáncer o la diabetes”.
Los métodos que incluyen el ayuno, afirma Díaz-Ruiz, socio de la SEEDO y jefe de grupo del laboratorio de gerontología celular y molecular en IMDEA, “están cobrando mucha relevancia en la sociedad”. Y esto lo achaca a la facilidad con la que se pueden poner en marcha y los posibles beneficios que pueden llegar a conseguir.
No obstante, “sabemos que la respuesta a estas estrategias depende de muchos factores”. Díaz-Ruiz nombra la edad, el porcentaje de restricción o el sexo biológico, entre otros elementos. “En definitiva, es importante resaltar que no todo vale y que los estudios que implementan ayuno utilizan siempre unas condiciones muy controladas con un soporte médico y/o nutricional detrás”, concluye.
El origen de este tipo de bulos
Al preguntar a este experto sobre si el origen de estos bulos puede ser una tergiversación de la evidencia disponible, responde que “estas personas ni siquiera pueden hacer oído algo. Detrás hay o alguna organización o ideología que intenta captar a las personas, o la venta de algo”. “Denota falta de conocimiento y de formación”, sentencia.
“Ojalá pudiera decir que haciendo ayuno se curan el cáncer o la diabetes”, insiste el doctor Russolillo. Aún queda mucho por investigar, profundiza, ya que los ayunos se han hecho de forma intuitiva en las religiones y culturas durante cientos de años. “Eso nos tiene que decir algo, siempre hay cosas que aprender en la sabiduría y en la tradición cultural y en el arraigo cultural más profundo de una civilización o de un pueblo”, señala. “Es ridículo, si este método fuese la cura todo el mundo estaría haciendo terapias de ayuno a las personas con cáncer”, concluye.
La cetosis: cuando el cuerpo funciona sin gasolina
La publicación de Twitter hacer referencia a un concepto: la cetosis. Esta se produce cuando se dejan de consumir alimentos con hidratos de carbono, el nutriente con el que funciona el cuerpo. El presidente de la Academia Española de Nutrición y Dietética establece una analogía automovilística para explicar este proceso.
Los hidratos de carbono son “la gasolina para que funcione el coche. Si le intentas dar gasoil a un coche preparado para andar con gasolina, no funciona. De la misma forma, el organismo está preparado para funcionar con hidratos de carbono”. Cuando estos no están disponibles, el cuerpo necesita quemar algo, otro tipo de gasolina, para poder funcionar.
De esta forma, el organismo activa una ruta llamada cetogénesis. Con ella, se usan las grasas de reserva corporal y se queman. Primero se gastan los carbohidratos, almacenados en el músculo y en el hígado, durante las primeras 24 o 48 horas de privación en la dieta, y a partir de ahí, se empiezan a quemar grasas.
Dichas grasas utilizan una ruta metabólica llamada cuerpos cetónicos, como, por ejemplo, la acetona. Así, mediante la cetoacidosis, estos cuerpos cetónicos aparecen en la sangre y los órganos vitales, como el hígado, el corazón o incluso el cerebro, que son capaces de funcionar así, pero a un bajo rendimiento.
“Es, de alguna manera, un sustitutivo de la gasolina que permite que tu organismo funcione. No con las mejores rentabilidades energéticas, pero puede funcionar”, explica.
¿Es saludable la cetosis?
“Ellos están diciendo que la cetosis es lo que produce el efecto beneficioso”, comienza el doctor Russolillo. Sin embargo, este proceso podría desencadenarse comiendo huevos fritos, tocino y queso, todo productos proteicos y grasos.
Se puede provocar una cetoacidosis comiendo alimentos que no tengan hidratos de carbono. “Están mezclando los conceptos, el argumento que emplean sobre la cetosis no es del todo correcto”, ya que no solo se produce mediante ayuno. “En algunos casos, la cetosis puede ser incluso peligrosa para la persona, es algo que hay que controlar”.
Esto, por otra parte, tiene efectos secundarios. Los cuerpos cetónicos acidifican la sangre, lo que puede generar complicaciones metabólicas. “Por eso es muy importante que se haga un control riguroso y un seguimiento de ese ayuno, o incluso de la dieta cetogénica, en la que comes carnes, pescados, huevos, embutidos… No tomas ningún carbohidrato y también entras en cetosis”, afirma.
“Los que defienden que la cetosis es la causa de que un ayuno cure la diabetes o el cáncer se equivocan”, ya que se podría provocar consumiendo únicamente carnes, pescados y huevos. “El problema son los carbohidratos, que con su supresión se entra en este proceso”.
Posibles efectos beneficiosos de un ayuno bajo control
Muchas religiones, culturas y creencias incorporan ayunos como método de limpieza del organismo, pero en períodos cortos. “Luego hay que retomar la alimentación y de forma muy cuidadosa”, puntualiza. En el catolicismo, por ejemplo, hay un día de ayuno, originariamente los viernes; y en las religiones judía y musulmana, incluso la budista, también hay ayunos, “con su explicación antropológica y medioambiental”.
Los profesionales de la nutrición se están formando cada vez más en el acompañamiento de personas en procesos de ayuno, porque se quiera hacer por motivos de salud o religiosos. “Se pueden hacer ayunos prolongados e intermitentes y acompañar esta decisión. Pueden tener efectos beneficiosos, por ello estamos estudiando cómo funcionan. Pero de ahí a afirmar que cura el cáncer hay un salto gigante, es una barbaridad”, subraya.
No obstante, “podría ser interesante” que una persona con cáncer haga un ayuno intermitente. El doctor Russolillo explica que cuando el organismo está sometido a un ayuno y no es por la cetosis, bebiendo mucha agua se van a eliminar numerosas sustancias metabólicas no deseadas a través de la orina, el intestino, la piel o la respiración. “Pasados unos días del ayuno, tu intestino ha descansado. El cuerpo dice ‘aquí no me está entrando nada, tengo que abrirme a recibir cualquier cosa’”, ejemplifica.
Por los estudios que se han hecho en ratas, se ha observado que cuando se empieza un proceso de renutrición se absorbe rápidamente gran cantidad de antioxidantes, vitaminas y minerales. Y esto puede tener su interés, “porque en una persona que ha estado sometida a quimioterapia, a la que interesa dar antioxidantes, habría que estudiar cómo incorporar ayunos para que, cuando esté tomando dichos nutrientes, le ayuden a protegerse mejor de esa terapia, que le va a oxidar”.
¿Cuál es la mejor forma de prevenir el cáncer y la diabetes?
Ya la conocemos, señala el doctor Russolillo, presidente de la Academia Española de Nutrición y Dietética. La clave es aumentar el consumo de frutas y verduras, productos integrales, frutos secos y aceites vegetales. Y la razón es que en estos alimentos se encuentran fitoquímicos vegetales, con una gran capacidad antioxidante.
“El gran problema de la aparición de este tipo de patologías es que hemos reducido drásticamente el consumo de alimentos vegetales, ricos en estas sustancias”, destaca. Los fitoquímicos vegetales son el mecanismo de defensa de las plantas contra virus, bacterias, mohos, hongos, falta de agua o condiciones climatológicas adversas.
En este sentido, cuando una planta se siente amenazada se activa su sistema inmunológico, es decir, produce fitoquímicos vegetales. “Estas sustancias no se consideran nutrientes y muchas de ellas todavía están por descubrir. Sabemos que existen en las plantas porque medimos la capacidad antioxidante del vegetal. Intuimos que hay sustancias ahí que hallaremos con el tiempo, estamos tratando de investigarlo. Cada día se encuentran nuevas”, informa.
Por su parte, Díaz-Ruiz, socio de la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad (SEEDO) y jefe de grupo del laboratorio de gerontología celular y molecular en IMDEA Alimentación, confirma que es “indiscutible” que mantener estilos de vida saludables, como ejercicio y una alimentación sana, previene la aparición de estas patologías. “En el caso del cáncer, el tabaquismo juega un papel fundamental, aumentando mucho el riesgo para determinados tipos, algunos de ellos con consecuencias devastadoras, como el de pulmón”, apostilla.
Los beneficios de los fitoquímicos vegetales
Estas sustancias son las que nos previenen del cáncer, de la enfermedad cardiovascular, de las hiperuricemias, de la obesidad o de la diabetes, comienza el doctor Russolillo. “Se han dejado de consumir, hemos bajado radicalmente la ingesta de alimentos vegetales y aumentado la de alimentos de origen animal, y por eso tenemos una alta prevalencia de este tipo de patologías. Volver a tomar frutas y verduras y productos integrales nos prevendría muchísimo”.
El experto señala que siete de cada diez cánceres podrían evitarse tomando al menos cinco raciones de frutas y verduras al día, tres raciones diarias de productos integrales, introduciendo frutos secos y aceites de semillas, no fumando y practicando actividad física. “Solo con estas medidas, siete de cada diez personas no serían diagnosticadas de cáncer”, destaca.
Los fitoquímicos vegetales se encuentran en las frutas y verduras, también en el germen y en la cáscara del cereal, en las legumbres, en los frutos secos y en los aceites de semillas. “No los vamos a encontrar en carnes, pescados y huevos, porque los fitoquímicos vegetales son el sistema de defensa de la planta”, concluye el doctor Russolillo.
Fuentes
Declaraciones del doctor Giuseppe Russolillo, dietista-nutricionista y presidente de la Academia Española de Nutrición y Dietética
Palabras de Alberto Díaz-Ruiz, socio de la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad (SEEDO) y jefe de grupo del laboratorio de gerontología celular y molecular en IMDEA Alimentación (Instituto Madrileño de Estudios Superiores)