La guerra en Ucrania y el conflicto entre Israel y Palestina han marcado las agendas informativas de 2022 y 2023. Es evidente que el impacto más importante de estos conflictos bélicos es la pérdida de vidas humanas y la destrucción material. Sin embargo, al vivir en un mundo globalizado económicamente, las consecuencias de la guerra traspasan casi siempre las fronteras de la zona de conflicto, de manera que los efectos de las bombas también se dejan sentir en las economías de otros países, entre ellas la española, afectando al precio de las materias primas, los vínculos comerciales, la incertidumbre o la estabilidad financiera.
“Una guerra siempre tiene implicaciones económicas, porque, aunque los conflictos sean locales, tienen consecuencias globales”, explica Ricardo Palomo, catedrático de Economía Financiera y decano de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de la Universidad CEU San Pablo de Madrid.
De hecho, en los últimos meses, los ciudadanos españoles han comprobado cómo los bombardeos a miles de kilómetros repercuten en sus bolsillos, especialmente por el aumento del coste de la energía y su efecto en el encarecimiento de los productos que consumimos cotidianamente. A mayores costes, menor consumo; una situación que podría reducir el crecimiento económico del país.
Luz, petróleo y gas
A lo largo de la historia, el impacto de una guerra siempre se ha dejado sentir en mayor medida en las naciones más cercanas al conflicto. Sin embargo, en la actualidad, dado que vivimos en un sistema económico mundial interconectado a través de flujos de comercio, finanzas y tecnología la magnitud de este impacto ya no depende únicamente de la proximidad geográfica sino también de las materias primas y bienes producidos por los países en guerra. De hecho, la repercusión de una guerra en la economía de un país no beligerante es proporcional a la dependencia que tenga de lo producido por los países involucrados en el conflicto.
Esto se ha visto claramente con la guerra en Ucrania. El conflicto ha generado una reducción de las exportaciones rusas de gas y petróleo hacia Europa, provocando rápidamente el aumento del precio de estas fuentes de energía. Este fenómeno ha afectado de manera más significativa a las economías más dependientes del suministro ruso, elevando los costes de producción en sectores clave de la industria. Además, la guerra también ha disparado el precio de los cereales en Europa ante la reducción de la producción agrícola de Ucrania; no hay que olvidar que este país es uno de los mayores exportadores mundiales de trigo, maíz, girasol y cebada.
Respecto al conflicto entre Israel y Palestina, el principal impacto que podría tener en nuestros bolsillos es el aumento del precio de la gasolina, como sucedió durante la guerra del Yom Kipur en 1973, cuando la Organización de Países Exportadores de Petróleo acordaron no exportar más petróleo a los países que habían apoyado a Israel. No obstante, por el momento, se trata de un escenario poco probable.
Por otro lado, el conflicto de Oriente Medio también podría acabar teniendo un impacto en el turismo, ya que el miedo a futuros ataques terroristas en Europa puede suponer una reducción del número de personas que optan por destinos como España para sus vacaciones. A menor turismo, menor crecimiento económico y, por tanto, más restricciones para nuestros bolsillos.
Las turbulencias de la guerra: más inflación y menos crecimiento económico
Como hemos visto, la guerra en Ucrania ha provocado un aumento de los costes de producción inducido por el incremento de los precios de la energía y, a la vez, un aumento del precio de los principales cereales producidos por la antigua república soviética del mar Negro. Todo ello se ha traslado a nuestros bolsillos en forma de inflación, es decir, el aumento generalizado de los precios. De hecho, desde el inicio del conflicto, la inflación en Europa se ha situado en unos niveles que no veíamos desde hacía muchos años.
La consecuencia más directa de la inflación es la pérdida de poder adquisitivo para los ciudadanos, porque con una misma cantidad de dinero ahora podemos comprar menos bienes y servicios, tal y como explicábamos en este artículo ¿Qué es la inflación y qué consecuencias tiene en mis ahorros? Pero en un entorno de elevada inflación como el que hemos vivido últimamente, también aumenta la incertidumbre económica ya que las familias y las empresas encuentran más difícil planificarse a medio o largo plazo, debido a la volatilidad de los precios.
Por otro lado, es importante recordar que cuando la inflación se dispara en Europa por encima del 2 % el Banco Central Europeo (BCE) interviene para atajar el aumento de precios subiendo los tipos de interés, conocidos como lo tipos oficiales del BCE. De esta manera, el BCE encarece los préstamos que los bancos conceden a las familias y las empresas con el fin de reducir la demanda de bienes y servicios. La reducción de la demanda lleva a una reducción de los precios y, por tanto, de la inflación.
Por eso, tras una año y medio de fuertes subidas de los tipos oficiales del BCE, en los últimos meses la inflación está empezando a remitir. En el caso de España, según el Instituto Nacional de Estadística (INE), el indicador adelantado del IPC sitúa su variación anual en el 3,1 % en diciembre de 2023. Esta cifra está lejos del 10 % de marzo de 2022, un mes después de que comenzara la guerra en Ucrania.
¿Qué se puede hacer para reducir el impacto?
La realidad es que los ciudadanos tienen difícil anticiparse a las consecuencias económicas de una guerra porque la incertidumbre que caracteriza siempre a un conflicto bélico hace imposible prever todos los posibles escenarios y sus consecuencias. “Por ello, es crucial mantenerse informado y seguir las noticias económicas y políticas de fuentes fiables para entender mejor cuáles son las consecuencias económicas para nuestros bolsillos” explica Alberto Aza, portavoz de CECA, la asociación de cajas de ahorros y bancos creados por ellas, integrada por CaixaBank, Kutxabank y Cajasur Banco, Abanca, Unicaja Banco, Ibercaja Banco, Caixa Ontinyent, Colonya Pollença y Cecabank. En la actualidad, es mucho más fácil acceder a este tipo de información gracias a Internet y las redes sociales. De hecho, en el caso de la guerra en Ucrania, al poco de haberse iniciado el conflicto y de conocerse las sanciones sin precedentes puestas en marcha por la Unión Europea contra Rusia, los organismos internacionales, los centros de estudios económicos y los medios de comunicación no tardaron en anticipar la escalada de los precios energéticos y de los cereales, así como su impacto en términos de inflación y crecimiento económico.
Para Ricardo Palomo, catedrático de Economía Financiera y decano de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de la Universidad CEU San Pablo de Madrid, en el caso de guerra en Ucrania medidas como aumentar los productos perecederos en nuestra cesta de la compra, invertir en activos que no caduquen, como la reforma de un casa u optar por instalar en el hogar placas solares u otros sistemas de generación de energías renovables para reducir la dependencia del petróleo o el gas, pueden ayudar a minimizar el impacto económico del conflicto en nuestros bolsillos. Y, en cualquier caso, ante un contexto bélico, ser prudentes con los gastos e intentar optimizar los presupuestos familiares.
Fuentes
Ricardo Palomo, catedrático de Economía Financiera y decano de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de la Universidad CEU San Pablo de Madrid.
Instituto Nacional de Estadística (INE)
Declaraciones de Alberto Aza, portavoz de CECA