Myanmar, en el sudeste asiático, ha sido el epicentro de un terremoto de 7,7 en la escala de Richter. Los temblores se sintieron en Bangkok (Tailanda), que está situada a 1.000 kilómetros del epicentro del sismo. Esta catástrofe natural ha provocado, hasta la fecha, 1.700 muertos, 3.400 desaparecidos y más de 300 heridos. Así lo recogen las informaciones publicadas por medios como BBC o France 24.
Un desastre de este calado acapara, con razón, la atención mediática internacional. Así, pantallas y periódicos de todo el mundo se llenan con datos sobre magnitudes e intensidades de los terremotos. Y para interpretar correctamente esta información es necesario conocer qué significan estos conceptos y por qué se utiliza la escala de Richter para clasificar los movimos sísmicos.
Por ello, desde INFOVERITAS te ofrecemos, a continuación, todas las claves para entender esto.
En primer lugar, ¿qué es un terremoto y dónde se produce?
Los terremotos son liberaciones repentinas de la energía que se acumula en la corteza terrestre. Esto se produce en forma de ondas que se propagan en todas direcciones. Así lo especifica el Instituto Geográfico Nacional. “El punto donde un terremoto se inicia se denomina foco o hipocentro y puede estar a muchos kilómetros hacia el interior de la tierra (máximo unos 675 kilómetros, límite elástico de ruptura del material). El punto de la superficie encima del foco se denomina epicentro”, destacan.
Esta institución señala que los sismos pueden ocurrir en cualquier lugar del mundo, aunque son mayoritarios, y más grandes, en los borden de las grandes placas tectónicas que componen la corteza terrestre. “Estos bordes de placa pueden ser de tres tipos: destructivos, donde las placas chocan entre sí; constructivos, las placas se separan; y conservativos, las placas se deslizan unas respecto a las otras”, concluyen.
¿Es lo mismo magnitud que intensidad de un terremoto?
En pocas palabras, no. La magnitud mide la energía que libera un terremoto; la intensidad, los efectos del sismo. La primera se limita a lo que sucede bajo la superficie; la segunda, a lo que pasa en la superficie, según el Instituto Geográfico Nacional. De acuerdo con la Universidad de La Coruña, la intensidad es “una escala subjetiva, para cuya medición se recurre a encuestas, referencias periodísticas, etc. Permite el estudio de los terremotos históricos, así como los daños derivados de estos. Cada localización tendrá una intensidad distinta para un determinado terremoto, mientras que la magnitud era única para dicho sismo”.
La magnitud, por su parte, representa una escala potencial. Es decir, “cada punto de aumento puede significar un aumento de energía diez o más veces mayor. Una magnitud 4 no es el doble de 2, sino que 100 veces mayor”.
La escala de Richter
La escala de Richter es la metodología de medición de sismos más conocida. Asigna un número a la magnitud de un terremoto en función de la cantidad de energía liberada desde el epicentro. En general, estos números parten de 0 y el que ha alcanzado una cifra más alta fue 1960, en Chile, cuando se llegó al 9,5, destacan desde la Enciclopedia Británica.
Según la Universidad de La Coruña, los terremotos de menos de 3,5 no se suelen sentir, pero se registran. Los sismos entre 3,5 y 5,4 causan daños menores; de 5,5 a 6, daños ligeros a edificios; de 6,1 a 6,9, pueden motivar daños graves en áreas muy pobladas; de 7 a 7,9 es un terremoto mayor que provoca daños graves; y de 8 en adelante es un gran terremoto que puede destruir totalmente a comunidades cercanas.
No obstante, según la Enciclopedia Británica, “para terremotos de magnitud 6,5 o superior, la metodología original de Richter ha demostrado ser poco fiable. Los cálculos de magnitud dependen de la localización del terremoto y del uso de un tipo específico de sismógrafo. Además, la escala de Richter no podía utilizarse para calcular la energía total liberada por un terremoto ni para describir la magnitud de sus daños. Debido a las limitaciones de los sismógrafos y al énfasis en la medición de una única amplitud máxima, la escala de Richter subestima la energía liberada en terremotos de magnitud superior a 6,5, ya que los valores calculados tras medir ondas sísmicas muy grandes tienden a agruparse o saturarse unos cerca de otros”.
“Aunque la práctica científica moderna ha reemplazado la escala Richter original por otras más precisas, esta aún se menciona erróneamente en las noticias sobre la gravedad de los terremotos”, señalan desde esta misma fuente. Esta metodología fue originalmente diseñada para medir la magnitud de temblores moderados, de magnitudes entre 3 y 7, “mediante la asignación de un número que permitiera comparar la magnitud de un terremoto con la de otro”. Esta forma de calcularlo se desarrolló para sismos en el sur de California cuyo epicentro se encontraba a menos de 600 kilómetros del sismógrafo.
A pesar de esto, “los sismógrafos actuales pueden calibrarse para calcular las magnitudes de Richter, y se han desarrollado métodos modernos para medir la magnitud de los terremotos que producen resultados consistentes con los obtenidos con la escala de Richter”.