Cansancio extremo, cefaleas, dificultad de concentración y bajo tono vital y apatía son algunos de los síntomas típicos de la llamada astenia primaveral. La fatiga intelectual y los trastornos del sueño, la memoria y del apetito son otras de las molestias asociadas a este estado.
Se trata de un proceso de adaptación de nuestro organismo a las nuevas condiciones ambientales que trae consigo esta estación: el aumento de temperatura, cambios de presión atmosférica y humedad, el aumento de las horas de luz o la alergia al polen. Este proceso no sobrepasa las dos semanas de duración.
Pero ¿existe realmente la astenia primaveral?
Miguel Ángel Ortega, jefe de Psiquiatría del Hospital San Pedro (Logroño) explica en una entrevista en el portal de Salud de La Rioja que, desde el punto de vista médico, la astenia primaveral “carece de identidad clínica”.
En la misma línea se expresa el doctor Enric Aragonés, del Grupo de Trabajo de Salud Mental de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (semFYC) en otro artículo sobre astenia primaveral: “No se trata de un diagnóstico médico”. Es decir, que no se considera una enfermedad, como puede ser, por ejemplo, una otitis. No obstante, señala que si estos síntomas persisten pueden estar enmascarando alguna patología.
Es más, la astenia primaveral no está clasificada como una enfermedad dentro del Catálogo de Clasificación Internacional de Enfermedades de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
¿Por qué se produce?
Como hemos dicho, en la primavera se producen cambios importantes, como un aumento de exposición solar. Y, con ellos, “pueden producirse una serie de alteraciones en los biorritmos del organismo y en las secreciones hormonales que llevan consigo cambios en la ritmicidad”, destaca Miguel Ángel Ortega.
Se dan desajustes en los ciclos hormonales dirigidos por el hipotálamo, una glándula que regula la temperatura del cuerpo, el hambre, el sueño y la sed, entre otros aspectos. Al aumentar las horas de luz y de temperatura, está glándula se ve afectada, ya que, a mayor exposición solar necesita elaborar menos melatonina.
¿Cómo podemos sobrellevar la astenia primaveral?
Al no ser una enfermedad, no existe ninguna medicina o tratamiento para paliar sus síntomas. No obstante, los hábitos saludables pueden ayudar a reducir esas molestias. Entre las recomendaciones que ofrece la semFYC se encuentran las siguientes:
Llevar un horario regular del sueño. Levantarnos y acostarnos a la misma hora cada día, incluso los fines de semana. Conviene dormir ocho horas.
Apostar por una dieta variada y equilibrada, priorizando alimentos como frutas y verduras. Además, es aconsejable evitar cenas muy copiosas.
Es importante no saltarse el desayuno.
Evitar el consumo de tóxicos y sustancias excitantes o estimulantes, como pueden ser el café o el alcohol.
No es preciso el aporte de vitaminas, siempre y cuando sigamos una correcta alimentación. Y, por supuesto, no automedicarse nunca. Si los síntomas persisten, lo mejor es consultar a nuestro médico de atención primaria.
Mantenerse bien hidratado.
Realizar ejercicio moderado. Actividades como yoga, pasear o nadar pueden ayudar a conciliar mejor el sueño.
Fuentes
Catálogo de Clasificación Internacional de Enfermedades de la Organización Mundial de la Salud (OMS)
Declaraciones de Enric Aragonés, del Grupo de Trabajo de Salud Mental de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (semFYC) realizadas en un artículo sobre astenia primaveral
Declaraciones de Miguel Ángel Ortega, jefe de Psiquiatra del Hospital San Pedro (Logroño), en la entrevista «La astenia primaveral es una sensación subjetiva muy relacionada con el reloj biológico, pero carece de entidad clínica» publicada en el portal web de La Rioja