Este 11 de abril se celebra el Día Mundial del Parkinson, una enfermedad sobre la que todavía pesan muchas incógnitas. Empezando por el motivo por el que una persona desarrolla este trastorno degenerativo. A pesar de los avances, a día de hoy todavía se desconoce la causa última de esta enfermedad, aunque los estudios que se han ido desarrollando apuntan a factores genéticos, medioambientales y al propio envejecimiento del organismo.
Se calcula que, en España, según los datos de la Sociedad Española de Neurología, cada año se diagnostican alrededor de 10.000 nuevos casos. El 70% de las personas que lo padecen tienen más de 65 años, aunque el 15% son menores de 50.
Con motivo de esta fecha, en INFOVERITAS hemos tratado de dar respuestas a algunas incógnitas que todavía persisten sobre el Parkinson. Qué tipo de enfermedad es, por qué se desarrolla y cómo se diagnostica, y qué tipo de tratamientos existen para paliar los síntomas de esta dolencia que afecta a alrededor de 150.000 personas en nuestro país.
¿Qué tipo de enfermedad es el Parkinson?
De acuerdo con el Instituto Nacional de Trastornos Neurológicos y Accidentes Cerebrovasculares (NINDS), el Parkinson “es un trastorno degenerativo del sistema nervioso central que pertenece a un grupo de afecciones conocidas como trastornos del movimiento”. Es crónica, dado que persiste en el tiempo; y a la vez progresiva, sus síntomas empeoran con el tiempo.
La enfermedad se presenta cuando mueren o se dañan las neuronas. Y, tal y como explican desde el NIH, “aunque muchas áreas del cerebro se ven afectadas, los síntomas más comunes son el resultado de la pérdida de neuronas en un área cerca de la base del cerebro conocida como sustancia negra”.
Es en esa zona del cerebro donde se produce la dopamina, una sustancia química imprescindible para que el cerebro pueda “producir movimientos uniformes y deliberados”. Es la pérdida de dopamina lo que “produce patrones anormales de activación nerviosa dentro del cerebro que causan deterioro del movimiento”.
¿Por qué se desarrolla el Parkinson y cómo se diagnostica?
Desde la Federación Española de Parkinson explican que “a día de hoy no se conoce la causa última de la enfermedad de Parkinson. Sin embargo, se considera que podría deberse a una combinación de factores genéticos, medioambientales y los derivados del propio envejecimiento del organismo”.
Entre los factores medioambientales, tal y como indican desde FEP, algunos estudios citan “el consumo continuado a lo largo de los años de agua de pozo o haber estado expuesto a pesticidas y herbicidas”.
La detección de esta dolencia no es algo sencillo, ya que no existe una prueba específica de la enfermedad y, además, se dan otras que causan síntomas similares. “A veces los médicos les dicen a las personas afectadas que tienen otros trastornos, mientras que las personas con enfermedades similares pueden recibir un diagnóstico incorrecto de Parkinson”, apuntan desde el NINDS.
Desde la FEP coinciden en esta afirmación y añaden que se trata de un diagnóstico “fundamentalmente clínico y se realiza en función de la historia clínica y exploración neurológica de la persona”. Los principales síntomas de esta enfermedad son motores y son cuatro: temblor, rigidez, bradicenesia e inestabilidad postural.
Aunque también existen otros síntomas no motores como trastornos neuro-psiquiátricos, del sueño, digestivos, sensoriales o autonómicos; como serían una sudoración excesiva, seborrea o disfunción sexual. Eso sí, tal y como apuntan desde la FEP, hay que tener en cuenta que “no todas las personas tienen por qué tener los mismos síntomas, ni su evolución va a seguir el mismo curso”.
Ya que no existe cura, ¿cómo se trata el Parkinson?
Desde el Centro de Investigación de Medicina Aplicada de la Clínica Universidad de Navarra (Cima CUN) apuntan que, aunque no existe cura para esta enfermedad, sí existen una serie de “fármacos o tratamientos que reponen el déficit de dopamina y ayudan a mejorar los síntomas”.
En este sentido, “la medicación se centra en reestablecer el contenido de dopamina en el cerebro con el objetivo de mejorar los síntomas y la calidad de vida de la persona”, explican desde la FEP. Además, dado que la enfermedad “evoluciona de manera diferente en cada persona, el tratamiento debe estar adaptado a las necesidades que se presenten en cada momento”.
También existe un tratamiento quirúrgico para los casos en los que los fármacos no están paliando los síntomas motores de la enfermedad. En ese supuesto se recurre a una “estimulación cerebral profunda” (ECP por sus siglas en inglés) mediante la implantación de electrodos y así modular las señales que producen estos síntomas.
Fuentes y herramientas
Sociedad Española de Neurología (SEN)