Machismo, la homofobia, la xenofobia, la islamofobia, el antigitanismo o el antisemitismo son las principales víctimas de los odiadores profesionales. Muchos haters, amparados por el anonimato, se transforman en las redes sociales y difunden contenidos contra los citados colectivos y otros más. Y, aunque se difundan en el mundo digital, las consecuencias afectan en el mundo real.
Por desgracia, el odio, lejos de disminuir, está en aumento. Así lo constata un estudio elaborado por investigadores de la Universidad de California (EE. UU.) y publicado en la revista científica Plos One titulado “X bajo el liderazgo de Musk: Odio sustancial y ninguna reducción de la actividad inauténtica”. Según la investigación, desde que Elon Musk compró X, antes Twitter, allá por octubre de 2022, el discurso del odio aumentó un 50% en la red social.
Además, el estudio apuntó que en ese mismo período la actividad en la red social aumentó un 8%, descartando que fuera responsabilidad de usuarios nuevos y afirmando que el contenido en la plataforma sí migró hacia este tono. Por otro lado, la investigación pone de relevancia la presencia de bots y cuentas falsas no se redujo, en contra de lo prometido por el magnate. Aunque señalan que para establecer una conclusión son necesarios más estudios.
¿Qué analiza el estudio sobre el odio en X?
El estudio analiza los datos desde principios de 2022, antes de que Elon Musk adquiriera la red social, hasta junio de 2023. “Encontramos que el aumento de la incitación al odio justo antes de que Musk comprara X persistió hasta al menos mayo de 2023, con una tasa semanal de incitación al odio aproximadamente un 50% superior a la de los meses anteriores a su compra, aunque este aumento no puede atribuirse directamente a ninguna política de X”, se señala en el trabajo.
De acuerdo con el texto, el número promedio de publicaciones que contenían discurso de odio antes de la compra era de 2.179 semanales, mientras que tras la adquisición de Musk la cifra aumentó a 3.246.
“Musk y X han afirmado que la exposición general a contenidos de odio y spam en X ha disminuido desde la adquisición de Musk. Sin embargo, estas afirmaciones carecen de transparencia, por lo que deben evaluarse de forma independiente. Por ejemplo, X podría tener una definición de incitación al odio fundamentalmente diferente a la de la comunidad investigadora en general, ya que ahora consideran que «cisgénero» es un insulto, a pesar de ser un término ampliamente utilizado por las comunidades médicas y de disconformidad de género”, se explica en el estudio
El discurso de odio se analiza por dimensiones (racismo, homofobia…). El discurso tránsfobo es el que experimentó un mayor crecimiento. Antes de la adquisición del magnate había una media de 115,2 mensajes con insultos transfóbicos por semana y pasó a una media de 418 después de la adquisición, un aumento del 260%. La media semanal de mensajes homófobos pasó de 1.310 a 1.737 (un aumento del 30%), y la media semanal de mensajes racistas pasó de 579 a 822 (un aumento del 42%).
Esta investigación también pone de relevancia que los likes a estos mensajes también aumentaron un 70%. Y que la presencia de bots y cuentas falsas, contrariamente a lo prometido por el dueño de Tesla, no se redujo.
Discurso de odio y delito de odio no son lo mismo
El delito de odio está recogido en el artículo 510 del Código Penal, en el que se establece el castigo para quienes promuevan la discriminación, el odio o la violencia contra una minoría, entendiendo minoría por un colectivo vulnerable o discriminado. No obstante, cabe destacar que no todo discurso de odio constituye un delito. Aunque, el discurso del odio es una de las formas que puede tener un delito de odio. Confuso, ¿no?
Para entender mejor esta cuestión, vamos a comenzar con la definición de la expresión “discurso de odio”. En el lenguaje común, según la ONU, hace referencia a un discurso ofensivo dirigido a un grupo o individuo y que se basa en características inherentes (como son la raza, la religión o el género) y que puede poner en peligro la paz social. Más concreto: “cualquier tipo de comunicación ya sea oral, escrita o de comportamiento, que ataca o utiliza un lenguaje peyorativo o discriminatorio en referencia a una persona o grupo en función de lo que son, en otras palabras, basándose en su religión, etnia, nacionalidad, raza, color, ascendencia, género u otras formas de identidad”.
El discurso del odio, si constituye delito, queda tipificado en el artículo 510.1.a) del Código Penal y se castiga a «quienes públicamente fomenten, promuevan o inciten directa o indirectamente al odio, hostilidad, discriminación o violencia contra un grupo, una parte del mismo o contra una persona determinada por razón de su pertenencia a aquél, por motivos racistas, antisemitas u otros referentes a la ideología, religión o creencias, situación familiar, la pertenencia de sus miembros a una etnia, raza o nación, su origen nacional, su sexo, orientación o identidad sexual, por razones de género, enfermedad o discapacidad”.
Entonces ¿qué convierte un discurso de odio en un delito? Tres aspectos, señalan en la página web HateBlockers, un proyecto para frenar la curva del odio en RR. SS.: la posibilidad de ser manifestado en múltiples formas, la relevancia del hecho y la motivación discriminatoria del autor.
Fuentes
Estudio elaborado por investigadores de la Universidad de California (EE. UU.) y publicado en la revista científica Plos One titulado “X bajo el liderazgo de Musk: Odio sustancial y ninguna reducción de la actividad inauténtica”
Página web de HateBlockers