Ernest Hemingway y Pamplona, la fiesta de los Sanfermines, son conceptos inseparables. El ganador del Premio Nobel de Literatura en 1954 popularizó, con una de sus obras más famosas, Fiesta (en inglés, The sun also rises -el sol también se alza, en español-), la que hoy en día es la fiesta española más internacional. El literato y periodista llegó por primera vez a la capital de Navarra en 1923, con 24 años, explican en la web del ayuntamiento pamplonés.
Su estancia fue en calidad de “reportero del diario Toronto Star en busca de material para sus reportajes periodísticos. Su carácter apasionado, actitud abierta y una clara predisposición para involucrarse en el ambiente hicieron que no tuviera muchas dificultades para conectar con la gente, lo que facilitó su total integración en la fiesta”, destacan.
A Hemingway le gustaban los toros. Esto no solo se ve reflejado en su novela Fiesta, también en la recopilación de crónicas taurinas Muerte en la tarde, “y en algunos cuentos”, apunta Gabriel Insausti, catedrático de Literatura de la Universidad de Navarra en conversación con INFOVERITAS. “En uno de sus cuentos más breves un torero está entrenando con un tipo que le embiste con unos cuernos de pega y al final resulta herido. También uno de sus mejores cuentos podría haber tenido lugar después de la fiesta de los Sanfermines; es Colinas como elefantes blancos. Es una narración magnífica en la que es verano y hay una pareja de norteamericanos y están cogiendo el tren para Barcelona en el valle del Ebro. Y, si tú estudias el trazado de la línea ferroviaria en España, todavía hoy y más en aquella época, el valle del Ebro era el lugar por el que había que ir a Barcelona desde Pamplona; tenía que llegar hasta ahí, hasta la zona de Castejón y Tudela”, afirma.
Pamplona influyó profundamente en Hemingway y Hemingway influyó profundamente en Pamplona. Las huellas del escritor se pueden ver en la actualidad en las calles, y en los bares, de la capital navarra. Y desde INFOVERITAS te contamos cómo y por qué uno de los escritores más célebres del pasado siglo escribió y se empapó sobre la ciudad.
Los Sanfermines: el escenario en el que Hemingway desplegó su mito
Para Gabriel Insausti, los Sanfermines para Hemingway fueron parte de una escenografía en la que “se despliega su épica del macho, del cazador un poco paleolítico que lleva dentro. Lo mismo pasa con África para cazar leones o Cuba para cazar cocodrilos o pescar”, destaca. Además, este experto señala la ironía de que la mitad de la novela que ambienta en esta celebración, Fiesta, no transcurra en Pamplona.
Protagoniza la novela un tipo de personaje concreto, continúa, “ese macho es muy típico de la generación perdida (un conjunto de escritores estadounidenses cuya mayoría de edad coincidió con la primera guerra mundial, entre los que se encontraban Hemingway o Francis Scott Fitzgerald, por ejemplo), un excombatiente de la Gran Guerra del que, de modo muy elíptico, se nos dice que es impotente. En el libro aparecen los Sanfermines, con los toros, que para Hemingway eran el centro de la fiesta, los templos y la devoción a San Fermín…. Pero los toros, los encierros, la fiesta y la figura del torero son la apoteosis del macho, de esa virilidad del cazador paleolítico que tenía Hemingway”, concluye.
Pamplona es la puerta que le lleva a descubrir España, apunta este experto. “En realidad fue la escritora Gertrude Stein quien le habló de la existencia de esta fiesta, porque en la literatura anglosajona de aquella época, salvo Barcelona, lo que hay al sur de los Pirineos es un país bárbaro. Y los toros forman parte de esa barbarie”, asevera, y compara la situación con “lo que pasa con la frontera mexicana en Estados Unidos. En la literatura y en el cine, en cuanto se cruza esa frontera hay otras leyes, la gente se rige por otras normas, y todo es un poco salvaje y peligroso. Él buscaba esa pizca de exotismo, de barbarie controlada, al cruzar la frontera”.
El impacto de Hemingway en Pamplona
Ernest Hemingway conoció “una Pamplona provinciana, de 25.000 habitantes, agrícola. Era un montón de conventos, unos cuantos carteles, la catedral… Era casi la Pamplona en la que había vivido Pío Baroja, que es un poco la lente a través de la cual Hemingway ve España”, comienza Gabriel Insausti. Y, para este experto, esto “se nota por ejemplo en los relatos que hace sobre la frontera, en los episodios en Roncesvalles, en el valle de Irati, Bayona, el País Vasco francés… Todo eso es un paisaje que ha cantado y contado Pío Baroja y eso se nota. Y cuando habla de los vascos, por ejemplo, es en el mismo tono en el que lo hace Pío Baroja”.
El novelista llega a esa Pamplona, escribe la historia y convierte los Sanfermines en “un evento de resonancia mundial”. Según el catedrático de Literatura de la Universidad de Navarra, al final, en sus últimas visitas, Hemingway llega a decir que esta fiesta no le gustaba “porque estaba masificada, pero él es el que tiene la culpa. En el año 2000 yo estuve haciendo una estancia postdoctoral que terminaba no recuerdo si un 6, 7 u 8 de julio, fui a Londres a una agencia de viajes y me dijeron que no sabían si me iban a poder conseguir un billete por los Sanfermines. Y supongo que, si alguien va a Australia, le dirían lo mismo. Todo el mundo sabe qué es Pamplona por los Sanfermines y por Hemingway”, concluye Insausti.
Pamplona está poblada de recuerdos del escritor, hay estatuas suyas al lado de la plaza de toros y también apoyado en la barra de un bar. Hemingway “puso Pamplona en el mapa, con la ironía de que eso hizo cambiar los Sanfermines. Si ves fotos de los encierros en el año 20, ves a 20 mozos vestidos de chaqueta y corbata corriendo a las 6 de la mañana”, explica este experto.
Gabriel Insausti cuenta la anécdota de que, en la adaptación cinematográfica de Fiesta, “de la que solo se rueda una escena en la ciudad, la gente va vestida de blanco y con el pañuelo rojo en la película. Un tío de mi mujer estuvo 66 años yendo ininterrumpidamente a los Sanfermines, todos los días de la fiesta, desde el 44 hasta el 2010. En las fotos que él te enseñaba, hasta el año 60, la gente no iba unánimemente de blanco”.
La azarosa vida de Hemingway le llevó, entre otras circunstancias, a las dos guerras mundiales o a ser un autor ampliamente adaptado en Hollywood. Mitificó París y África a su gusto. Ganó el Premio Nobel y murió siendo uno de los máximos exponentes de una generación dorada de la literatura norteamericana. Y dejó una impronta imborrable en España, no solo en la capital de Navarra, también en Ronda (Málaga), donde hay una escultura que le representa, junto a la plaza de toros, o Madrid, ciudad a la que dedicó también pasajes en su literatura.
Para Hemingway, París fue una fiesta, pero Pamplona no se quedó atrás.
Fuentes
Biografía de Ernest Hemingway en la Enciclopedia Británica
Ayuntamiento de Pamplona
Entrevista a Gabriel Insausti, catedrático de Literatura de la Universidad de Navarra