“Una vida de repuesto”, así definió el director y escritor José Luis Garci al cine. Y es el propio cine el que da la clave de estas palabras. Esa vida de repuesto son los ojos fascinados de una niña llamada Ana Torrent en El espíritu de la colmena y esa mirada que no podía callarse su asombro mientras contemplaba, atónita, El doctor Frankenstein. Y una respuesta de calma al desasosiego vital, como la que le produce Fred Astaire a Larry David en Si la cosa funciona. Y son solo dos ejemplos.
“La pasión que sentimos por algo es una vida de repuesto porque nos hace vivir otra vida. El caso del cine es distinto, no es un libro o un cuadro, ni la música, es un todo, porque el cine ha robado todas las otras artes”, comenta Garci en conversación con INFOVERITAS. Este cineasta fue el primer director español en conseguir el Oscar a mejor película extranjera por Volver a empezar, en 1983. Esta historia cuenta el conmovedor regreso de un escritor recién ganador del Nobel a su Gijón natal, un hombre tranquilo al que le hablan con ternura sus recuerdos.
Y Garci recuerda que la película no fue muy bien en su estreno y que tuvo mucha competencia para representar a España en los Oscar. Aun así, ganó. El director nos atiende para hablar de ese momento, de sus películas y libros y de esa vida de repuesto, de ese retrato de la emoción, que es el cine.
La película de hacer películas
“Pensaba que Volver a empezar era una película más, como El crack o Asignatura pendiente. Se estrena, va muy mal, se quita de los cines, sin ninguna culpa para los cines, porque fue en el Colisseum, el mejor que había en Madrid y probablemente en toda España, no había excusa ninguna. Y luego, curiosamente, sale elegida para representar a España en los Oscar”, comienza José Luis Garci.
El director comenta que se la escogió “con mucha suerte”, porque aquel año se presentaron también Demonios en el jardín, de Manuel Gutiérrez Aragón, y La colmena, de Mario Camus. “Salió Volver a empezar y después de una manera un poco sorprendente fue elegida por la Academia de Hollywood entre las cinco mejores del año, y luego salió elegida”.
Con el impulso del premio, al reestrenarse fue un éxito, “fue todo el mundo. Yo le tengo un recuerdo estupendo, porque fue mi primera película con Gil Parrondo (director artístico español que ganó dos premios Oscar en 1970 y 1971), y con Antonio Ferrándiz y José Bódalo, con una gente estupenda, Encarna Paso, Agustín González… La pena es que ya no está ninguno, ni del equipo técnico. Fue una sorpresa para todos, un poco inesperado”.
Volver a empezar ganó el Oscar “y yo ya estaba estrenando prácticamente El crack 2 y luego vino Sesión continua. O sea, yo no paraba, en el sentido de decir, bueno, tenemos una película, hay que reflexionar, no, en absoluto. Incluso Sesión continua fue nominada al Oscar también. Quizá porque mi manera de hacer cine, cine clásico, por así decirlo, gustaba un poco en la Academia de entonces, que no es la de ahora, con gente más joven, los antiguos ya prácticamente no están. Fue una película más, como El abuelo (que también fue nominada). Nunca he hecho parones en ese sentido, de pensar, bueno, he hecho esto, ahora tengo que parar y reflexionar. No. Para mí es una película haber hecho películas, el cine para mí es eso”, destaca el director.
La costumbre de ir a Hollywood
En los 80 y los 90, como vemos, casi se convirtió en costumbre tener una película de Garci entre las nominadas a los Oscar. Y ¿por qué? “Porque mi manera de hacer cine, al haber visto yo desde niño tantas películas clásicas, como ahora lo llamamos, cine clásico, de John Ford, de Howard Hawks, de Billy Wilder… de alguna manera era no un tipo de alardes de cámara, ni de planos espectaculares, movía muy poco la cámara, un poco como rodaban ellos, y tuve la suerte de que en esa Academia había un tipo de personas a las que les gustaba más o menos ese tipo de cine que con el tiempo ha cambiado”.
El director Robert Wise (West side story, Sonrisas y lágrimas, Ultimátum a la Tierra) dijo de Garci que era “uno de los nuestros”, cuenta el cineasta español. “No tanto, porque no americano, pero es verdad que hay una manera de rodar mía que recordaba un poco al cine que yo había visto desde niño, el clásico”.
Garci fue el primero, después vinieron otros tres. Fernando Trueba ganó el Oscar a mejor película extranjera por Belle Époque en 1994, Pedro Almodóvar en el 2000 por Todo sobre mi madre (y luego en 2002 al mejor guion original por Hable con ella) y en 2005 Alejandro Amenábar por Mar adentro.
La fábrica de sueños tuvo a menudo acento español, pero la fotografía de la memoria de un hombre que regresa de Volver a empezar abrió el camino.
Hablar de cine
José Luis Garci no es conocido solo por sus películas. Es un divulgador de cine que condujo durante una década Qué grande es el cine, un programa en el que se comentaban, y proyectaban, cintas clásicas en TVE. “Tuve la suerte de que me encargara Jordi García Candau, director general entonces, en TVE un programa. Estábamos en Dallas el día de la inauguración del Mundial de fútbol en 1994, y estábamos charlando”. Le propuso el formato y aceptó.
En este espacio se presentaba una película, se veía y luego se analizaban “algunos planos, secuencias… para esclarecer la puesta en escena. Me dijo que vale. Y cuando terminamos aquel verano, me llamó para ponerlo en marcha, hablamos con Ramón Colom, que era el director de televisión y un cinéfilo tremendo, y entonces me pidieron 100 películas, hice una lista, se puso en marcha y así estuvimos mucho tiempo”.
En Qué grande es el cine se reunía “una serie de personas extraordinarias, que no hacían eso por lo que cobraban, que era bien poco, sino por lo que les gustaba el cine. Y sabían transmitir su amor al cine. La mayoría de los de entonces ya no están, Antonio Giménez Rico, Juan Cobos… Y ese fue un programa que gustó mucho, yo me siento muy orgulloso. Mucha gente me dice que se ha hecho cinéfila o ha estudiado cine gracias a las películas que veía y lo que contábamos allí”.
Escribir de cine
La divulgación de cine que hizo Garci no se limitó a la televisión. El madrileño ama el cine en sesión continua y en programa doble. Es el autor de libros, críticas y artículos sobre el séptimo arte. En sus escritos, el cineasta habló, entre otros temas, del cine negro, de la actriz Deborah Kerr, el director Ernst Lubitsch, películas imprescindibles y publicó una “saga” cinéfila en la que dedicaba textos a Mirar, Querer, Latir o Morir de cine.
“Antes de pensar en el cine yo soñaba con ser escritor, prueba de ello es que estuve diez años escribiendo guiones hasta que hice Asignatura pendiente”, explica. “El trabajo del guionista es fundamental en una película, ahora que ya he estado en las dos orillas del río, de escribir y dirigir, es mucho más difícil escribir que dirigir. Dirigir es un oficio, lo aprendes, hay un problema de sensibilidad, talento, cuidado, etc., pero escribir es un don. Si puedes escribir bien, si no, no puedes”, amplía.
En conversación con INFOVERITAS, Garci recuerda que ha escrito “muchos guiones durante muchos años para otros directores, tuve que acumular mucha experiencia, que me vino muy bien, creo que fue fenomenal. Y cuando llegué a dirigir sin haber ido a la escuela de cine, creo que tenía un buen conocimiento, porque, claro, una cosa es escribir guiones y otra escribir guiones que se hacen continuamente, porque si se quedan en el cajón no pasa nada, pero si tú estás viendo que una escena era muy buena y que el director lo ha hecho fatal, o al revés, que la escena que estaba muy mal y el director le ha sacado un partido enorme… Vas fijándote y vas sacando mucho partido de ello”.
“El guion es lo más importante que hay en la fase de producción de una película sin ningún género de dudas, porque sin el guion no hay nada, no hay dirección, no hay montaje, no hay absolutamente nada”, recalca. “La mayoría de los críticos, periodistas, comunicadores… lo que quieren es ser directores, no escritores o guionistas, por eso se ha dado todo el valor al director. Pero el director, sin un buen guion… no hay nada que hacer. Y en cambio, con un buen guion, no necesariamente tienes que ser muy bueno, puedes sacar adelante el proyecto”, argumenta.
Rodar sin permiso en Nueva York
El noir, el cine negro, ha dado algunas de las mejores películas de la historia de este arte. Y Nueva York fue el escenario de algunas de ellas. Y para homenajear al género Garci hizo El crack, con Alfredo Landa. La cinta, también negra, es más castiza. “Ya que estábamos haciéndolo en España, la gabardina de Landa no es la de Bogart, ni juegan al póker, sino al mus, la oficina está en la Gran Vía… Pero yo quería hacer un homenaje a estas películas, y Nueva York era estupendo para ello”.
El equipo fue a Nueva York. “Eran Navidades, y estuvimos rodando en las calles, nos echaban de muchas porque no teníamos permiso de rodaje, habíamos ido sin permiso de rodaje, lo cual es un disparate, pero bueno, entonces éramos así. Estuvimos rodando cuatro o cinco días, bajo una nevada tremenda, un frío tremendo… Fuimos con Landa, con Manolo Tejada… Y rodamos muy bien, yo creo que cómodo, en el aeropuerto Kennedy y en las calles, en el Rockefeller Center. Fue fenomenal”, cuenta el director.
El crack funcionó “más o menos bien, digamos que un aprobado, pero, poco a poco, con el tiempo, ella y El crack 2, que yo nunca hubiera hecho si no hubiera fallado Volver a empezar, pues empezaron a coger una especie de aroma de clásico, de película de culto, que a mí me sorprendió y a mí y a Horacio Valcárcel, que la escribimos juntos, nos dejó un poco perplejos. La generación que la había visto fue sucedida por una generación de gente nueva, más joven, y también acogió la película con gran cariño, y la recepción que le daban fue estupenda. Y hoy en día se puede decir que El crack cero también se ha beneficiado de todo eso. Y se ha quedado como una especie de película de culto para una enorme feligresía”.
El cine de ahora
Para José Luis Garci, el último cambio que se ha producido en el cine “es la incorporación de la mujer a la dirección, que antes era muy difícil, quitando a tres o cuatro, era complicado. Pero luego llega Kathryn Bigelow y gana el Oscar (por En tierra hostil), y es una directora magnífica. O todas las que van saliendo. No hay festival de cine en España o del extranjero al que no acudan cuatro o cinco mujeres con sus películas. Y eso es un cambio que ha producido el último cine que me parece muy beneficioso, porque es otro punto de vista que antes el cine no tenía: el punto de vista de la mujer en todos los géneros del cine”.
El criterio del cineasta señala que “hay mujeres y hombres que están haciendo películas excelentes en España, ha subido el nivel de altura. Por ejemplo, La infiltrada, que la película del año pasado es de corte clásico, thriller, con partes de cine negro, buenas actuaciones, el respeto absoluto a la interpretación, a los actores, fotografía… Es un clásico”.
Otro cambio de ahora es que “cada vez va menos gente al cine porque el cine está en casa. Y también las productoras, hay menos productoras y más plataformas, que son las que se encargan de producir, pero eso es otro tipo de cambio. Y que ya hay menos salas de cine en España de las que había, y las que están, están muy alejadas, esto es un problema que yo tengo, que hace un frío que pela”.
Según Garci, en la actualidad podemos ver más cine que nunca, para un aficionado “son tiempos de esplendor desde ese punto de vista, con las plataformas, fantásticos en ese aspecto. Otra cosa es que el hecho cinematográfico, ir a ver una película, ir al cine… eso va disminuyendo cada vez más. Prueba de ello es que hay un anuncio curioso cuando se estrena una película: ‘Solo en cines’. ¿Dónde más iba a ser?”, se pregunta.
El cine y la vida
“Si te gusta mucho el cine y has visto tantas películas realmente tienes otra vida, otra vida en las películas, la vida que te han llenado de ilusión, de dolor, de dudas… de todo. Es una suerte tener una vida de repuesto, y llega un momento que ya no sabes exactamente qué te gusta más, si tu propia vida, si haber vivido otra vida, si estar metido en otra…”, reflexiona Garci.
“Esas cosas que nos empiezan a ocurrir a todos, que se confunde ya la realidad con lo que a ti te gustaría que fuera la vida. Cuando pasa algo bueno, se dice que es de película. Que te guste el cine es estupendo, como decía Truffaut ‘el que ama el cine ama la vida’, y es verdad”, concluye el director.
John Ford fue lacónico cuando respondió “con una cámara”. Directo, escueto, el cineasta contestaba a una pregunta de un admirador, el también director Peter Bogdanovich, que le entrevistaba en su segunda casa, Monument Valley, sobre cómo rodó una escena. “Con una cámara”. Esa sucinta respuesta oculta, como todo el cine de Ford, poesía. Se rueda con una cámara, sí, pero se rueda para vivir y para la vida.
El cine muestra y oculta, ofrece y proporciona, explica, emociona, conmueve, da miedo, te hace reír y llorar. El cine te habla del mundo, de este y de otros. Te habla de ti. El cine es ver caminar a Henry Fonda y bailar a Gene Kelly y fumar a Humphrey Bogart y reír a Katharine Hepburn y ver besar a Ingrid Bergman y gesticular Cary Grant y ver mirar a Barbara Stanwyck y acercarse a Marilyn. El cine es cantar bajo la lluvia, venga de donde venga.
Como decía Scorsese, el cine se queda contigo.
Fuentes
Entrevista a José Luis Garci