Nació en Asturias y dedicó su vida a la investigación científica. Se llamaba Margarita Salas y fue una de las científicas más importantes del siglo XX, según Isabel Molina, directora de Educación y Divulgación de la Fundación Margarita Salas, en conversación con INFOVERITAS. Trabajó hasta su último día de vida en el Centro de Biología Molecular Severo Ochoa de Madrid, y su carrera la llevó a descubrir la tecnología que ha supuesto la patente más rentable del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).
Margarita Salas fue una precursora de la biología molecular en España en los años 60, “es decir, de todo un campo nuevo de conocimiento”, destaca esta experta. La investigadora “fue un referente que no existía cuando ella estudió y accedió a una carrera científica en los años 60 en España. Pocas mujeres estudiaban y poquísimas estudiaban ciencia”, amplía. No obstante, ella tuvo el amparo de un premio Nobel, Severo Ochoa, familiar de su padre. Ochoa “le inspiró y la animó a hacer una carrera científica, porque vio su talento y su pasión enormes”.
En los años 60, Salas hizo el doctorado en España con Alberto Sols, pionero de la bioquímica en nuestro país. “Y fue muy comentada una frase de Sols: ‘bah, una chica’. Como iba recomendada por Severo Ochoa, no podían negarse, y decidieron darle algo ‘sencillo’. Hasta que vieron su capacidad y su talento enormes”. Desde INFOVERITAS te contamos la importancia de esta científica y cuáles fueron sus principales logros.
Leer el ADN
Isabel Molina asevera que la relevancia científica de Margarita Salas es indiscutible. “Y, además de un legado científico, dejó un legado humano, porque es una de las personas más reconocidas por el gran público, que es algo que no suele ocurrir con muchos científicos”, destaca.
Dentro de la biología molecular, campo del que fue precursora en España, sus descubrimientos del mecanismo de replicación del ADN permitieron un “conocimiento más profundo de cómo se transmite la información genética. Ella descubrió la dirección en la que se lee en ADN, que es algo de enorme importancia”, señala. Esta científica consiguió trasladar la investigación básica que hacía hacia un terreno más práctico. Logro “transferir conocimiento y consiguió tener hasta ocho patentes relacionadas con el ADN polimerasa de un virus que infecta bacterias, el phi29”.
Esta es una proteína que permite duplicar material genético. Salas la descubrió “y de ahí surge una patente que se usa en las PCR, que, aunque pasó a conocimiento de todo el mundo con la pandemia, es una manera de amplificar el ADN y detectar enfermedades, analizar muestras en paleontología, en medicina forense…”, cuenta esta experta.
Molina destaca el contexto científico de la época, ya que, señala, hasta el año 50 no se conoció la estructura del ADN. “Realmente, la relevancia de Salas tiene mucho peso, en aquellos años se estaba descubriendo cómo se transmite la información, y de dónde viene la molécula de la vida, el ADN. Que ella descubra cómo es el mecanismo de una molécula que es capaz de duplicar de manera muy eficaz ese material genético es de enorme importancia”, concluye.
Margarita y Eladio
Margarita Salas admiraba mucho a otra científica llamada Rita Levi-Montalcini, que trabajó hasta los 103 años. “Ella criticaba mucho el edadismo y trabajó toda su vida, hasta el último día”, explica Isabel Molina. Pero durante su prolongada carrera se topó con obstáculos. “La carrera científica es complicada y no ha estado nunca demasiado valorada”, comenta esta experta. “Además de esto, ser una mujer es un obstáculo extra”, expone.
Según la directora de Divulgación y Educación de la Fundación Margarita Salas, la científica no fue muy consciente hasta más delante de esas barreras por ser mujer. Ella se fue a Nueva York, junto con su marido, el químico Eladio Viñuela, al laboratorio de Severo Ochoa. “A su vuelta, siempre se la trataba como la mujer de Eladio Viñuela, no tenía una entidad científica propia. Por eso decidieron separar sus caminos científicos y de investigación, para que Margarita tuviera su relevancia, porque ella tenía su línea de investigación y debía ser valorada por ello”.
Y lo fue. Durante su vida, acumuló más de 350 premios de todo tipo. Fue la primera científica española que entró en la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos, “ahora solo hay cuatro mujeres españolas científicas”. Este es solo uno de los reconocimientos que obtuvo durante toda su vida. También logró, por ejemplo, el Premio al Inventor Europeo en 2019, pocos meses antes de su muerte.
Ciencia y arte
Según Isabel Molina, Margarita Salas “tenía mucha pasión por la música y la cultura”, Por ello, desde la fundación que lleva el nombre de esta científica “trabajamos en esa línea, en no separar tanto la ciencia del arte”. La entidad fue instaurada por la hija y discípulos de la investigadora, en 2023 inició su andadura. Se dedica a la promoción de la ciencia y la divulgación del conocimiento, “siempre con Margarita Salas como telón de fondo. Nos ocupamos de ampliar la labor educativa que hay en todas las etapas en el campo STEM, al que añadimos la A de artes. Tenemos un programa de ciencia en zonas rurales, formación de excelencia en niveles de FP superior y grado, hacemos talleres e iniciativas de divulgación en todas las etapas, charlas y tenemos un proyecto de ciencia y arte en Asturias”, concluye.
De hecho, Salas fue miembro de la Real Academia Española (RAE). Además, en la web de Instituto Cervantes se informa de que depositó en la Caja de las Letras de la institución “un legado que permaneció guardado hasta el 27 de enero de 2018. Se trataba de dos cuadernos con notas de sus investigaciones en el laboratorio de Severo Ochoa en la Universidad de Nueva York”.
“Bah, una chica”, dijeron durante el doctorado de Margarita Salas. Una chica de enorme talento científico, una investigadora que abrió el camino de la biología molecular en España. Un legado científico de relevancia mundial que construyó infatigablemente hasta su último día.
Fuentes
Entrevista a Isabel Molina, directora de Educación y Divulgación de la Fundación Margarita Salas