A unos 15 kilómetros de Burgos se encuentra el pasado. El nuestro, como especie, para ser más concretos. De hecho, el más remoto de Europa occidental. Millones de años de historias se acumulan en el norte de España para hablarnos de que “somos la consecuencia de la hibridación de otras especies”, destaca Eudald Carbonell, vicepresidente de la Fundación Atapuerca y director del Centro de Investigación Emiliano Aguirre (CIEA) de la Fundación Atapuerca, en conversación con INFOVERITAS.
Los yacimientos de la sierra de Atapuerca nos cuentan el relato de nuestro relato sobre este mundo. Estos descubrimientos “comenzaron a tener especial relevancia científica y social a partir del hallazgo de los restos de la Sima de los Huesos en 1992, y del hallazgo, dos años después, de los restos humanos (de más de 900.000 años) que definieron una nueva especie conocida como Homo antecesor”, destacan desde la web de la Fundación Atapuerca.
La geología y la ubicación de esta zona burgalesa explica el tapiz humano que nos enseñan los restos encontrados allí. “La sierra de Atapuerca está situada en el corredor de La Bureba, un paso natural entre los valles del Ebro y del Duero, lo que lo convertía en una ruta de tránsito ideal para animales y humanos”, comenta Carbonell, con el que profundizamos en estos hallazgos milenarios para conocernos un poco mejor a nosotros mismos.
El origen del origen
El descubrimiento de los yacimientos de Atapuerca se remonta a 1976, comienza Eudald Carbonell, cuando el ingeniero de minas Trino Torres, acompañado por el Grupo Espeleológico Edelweiss, encontró una mandíbula humana, conocida como ATA-1, en la Sima de los Huesos. “Este hallazgo marcó el inicio de las investigaciones arqueológicas y paleoantropológicas en la sierra de Atapuerca”, recalca.
Además de la geología y la localización de Atapuerca, su sistema kárstico (los procesos que modelan el paisaje) “alberga un complejo de cuevas que han actuado como trampas naturales o lugares de hábitat durante cientos de miles de años. En sus sedimentos, se han conservado restos fósiles de forma excepcional gracias a la escasa alteración del entorno durante milenios”.
La mandíbula ATA-1 fue el comienzo de los descubrimientos. “Este fósil, perteneciente a un homínido de más de 400.000 años de antigüedad, marcó el inicio de las investigaciones sistemáticas en la zona y fue clave para identificar el enorme potencial científico del lugar”, señala este experto. Sobre los hallazgos más recientes, Carbonell enfatiza que uno de los más destacados ha sido “el de un cráneo parcial denominado ‘Pink’, atribuido a una especie llamada Homo erectus affinis. Este fósil, encontrado en el yacimiento de la Sima del Elefante de la sierra de Atapuerca, fue descubierto en el nivel TE7 y ha sido datado entre 1,1 y 1,4 millones de años, lo que lo convierte en el rostro humano más antiguo conocido en Europa occidental”.
La relevancia de Atapuerca
“A lo largo de los años, los yacimientos de la sierra de Atapuerca han proporcionado una gran cantidad de hallazgos significativos que han aportado valiosa información sobre la evolución humana”, explica Eudald Carbonell. El vicepresidente de la fundación señala que se han encontrado restos de varias especies de homínidos, herramientas líticas y evidencias de comportamientos sociales y culturales.
Sin embargo, uno de los mayores descubrimientos ha sido el hallazgo de la especie Homo antecessor, que data de aproximadamente 900.000 años y cuyos restos fueron encontrados en el nivel TD6 de la Gran Dolina. “Además, en Atapuerca se han encontrado otras evidencias, como las primeras pruebas de canibalismo, la acumulación intencional de cadáveres y las primeras herramientas de caza comunitaria, lo que ha ayudado a comprender mejor las prácticas sociales y la evolución de las primeras poblaciones humanas”, apunta.
Con esto, “los yacimientos de la sierra de Atapuerca han permitido documentar la presencia de diferentes especies humanas en Europa a lo largo de más de un millón de años. Se han encontrado restos de Homo erectus affinis, Homo antecessor, preneandertales, Homo neanderthalensis y Homo sapiens”. Asimismo, aquí, en Burgos, se ha documentado el hominino más antiguo de Europa occidental, “posibles indicios de lenguaje, compasión, el primer asesinato, caza comunitaria y se han obtenido ADN antiguo y el primer proteoma (conjunto de proteínas) humano”.
Por todo esto, los hallazgos han sido nacional e internacionalmente reconocidos, con el Premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica en 1997 y con la declaración de Patrimonio Mundial por la UNESCO en el año 2000.
Lo que Atapuerca nos cuenta
“Los hallazgos en la sierra de Atapuerca han tenido un impacto clave en el conocimiento de la evolución humana, especialmente en Eurasia”, destaca Carbonell. A través de estos descubrimientos se ha podido “documentar la presencia de diversas especies humanas en Europa, proporcionando información sobre sus características físicas, comportamientos y adaptaciones”.
Además de esto, “la evidencia de diferentes formas de vida, como el canibalismo, la caza comunitaria y la acumulación intencional de cadáveres, ha permitido comprender mejor los comportamientos sociales y culturales de estos homininos”. Por ello, los restos fósiles de Atapuerca han sido “fundamentales para analizar la evolución genética, ayudando a reconstruir las relaciones entre las especies humanas que habitaron Europa durante el Pleistoceno”.
“El pasado es una historia que nos contamos a nosotros mismos”, decían en la película Her (2013). El relato de Atapuerca, esta historia del pasado, nos cuenta, no obstante, a nosotros mismos. Los hallazgos de esta localización burgalesa nos permiten vernos tal como éramos hace millones de años, nos dicen que creábamos comunidades, que hubo tempranos indicios de comunicación y piedad. Vale la pena pararse a pensar que unos huesos bajo tierra pueden hablar así de bien de nuestra especie.
Fuentes
Entrevista a Eudald Carbonell, vicepresidente de la Fundación Atapuerca y director del Centro de Investigación Emiliano Aguirre (CIEA) de la Fundación Atapuerca