El 8 de junio, como cada año desde 2008, se celebra el Día Mundial de los Océanos. Las Naciones Unidas (UN, por sus siglas en inglés) declararon así este día, que en 2023 se celebra bajo el lema “Planeta oceánico: las mareas están cambiando”.
Según datos de UN, la parte acuática del mundo supone el 70% de la superficie de la Tierra, genera la mitad del oxígeno global y atenúa el efecto contaminante del ser humano al asimilar el 30% de las emisiones de dióxido de carbono producidas por su actividad. Y la influencia de los mares en la vida no se limita a mitigar el cambio climático, la entidad calcula que, para 2030, hasta 40 millones de personas trabajarán en labores relacionadas con los mares .
Contaminación oceánica: el efecto de los plásticos
Una infografía publicada por el Parlamento Europeo, que contiene información de su servicio de estudios, pone en contexto el nivel de contaminación que sufren los océanos. Se estima que hay alrededor de 150 millones de toneladas de plástico en el mar y que entre 4,8 y 12,7 millones de toneladas terminan en los océanos.
La basura marina deja su impronta en diferentes ámbitos, empezando por la vida marina, que se enfrenta a quedarse atrapada en los plásticos o a comer dicha sustancia, ve un deterioro de su hábitat y se encuentra expuesta a sustancias químicas; y terminando por la humana, que está igualmente sometida a dicha exposición a través del consumo de pescados. Además, el Parlamento Europeo cifra el coste económico de la contaminación oceánica entre los 259 y los 695 millones. Y esta contaminación deja huella en el clima, ya que “reciclar un millón de toneladas de plástico equivale a retirar un millón de automóviles de la carretera (en términos de emisiones de CO2)”, exponen en la infografía.
¿Cómo afectan los plásticos en los océanos al ser humano?
La presencia de plásticos en los mares tiene su impacto en el ser humano, como se ha visto. La contaminación de las aguas repercute en la salud de las personas a través de unas sustancias “que se denominan disruptores endocrinos, que se acumulan en pescados y mariscos que luego consumen los humanos”, apunta la doctora Ana Belén Crujeiras, vocal de la Sociedad Española de Obesidad y directora del grupo Epigenómica en Endocrinología y Nutrición del Instituto de Investigación Sanitaria de Santiago/Complejo Hospitalario Universitario de Santiago de Compostela (CHUS).
“Los principales contaminantes en los océanos vienen de los vertidos industriales, pesticidas y plásticos”, continúa Crujeiras. Estos contienen los compuestos conocidos como disruptores endocrinos, “que, en humanos, interrumpen la señalización de las hormonas importantes en el buen funcionamiento del organismo”. Además de estos, otros contaminantes pueden venir del vertido de aguas fecales, que llevan organismos infecciosos como virus y bacterias, que se pueden acumular en pescados y mariscos “y producir principalmente, problemas digestivos al ser consumidos” por las personas, añade esta facultativa.
¿Qué enfermedades produce la exposición a la contaminación de los océanos?
La exposición a disruptores endocrinos en elevadas cantidades, explica Crujeiro, y a largo plazo en adultos, produce daños neurológicos, infertilidad y se relaciona con el desarrollo de enfermedades cardiovasculares, diabetes y obesidad. “Durante el embarazo, se asocia con malformaciones en el feto y aborto”, apunta. Además, el consumo de marisco contaminado por aguas fecales produce diarreas y vómitos “debido a infecciones intestinales”.
De acuerdo con las palabras de la doctora, la exposición a contaminantes no produce síntomas detectables hasta que se desarrolla la enfermedad y los efectos de los contaminantes no tienen tratamiento. “Se tratan las enfermedades que se generan por las exposiciones a ellos. La única estrategia eficaz es la prevención, la reducción de la producción de estas sustancias por parte de la industria y la disminución de los vertidos a los océanos”. También es importante, destaca, reducir el consumo de pescados de gran tamaño, como el atún o el pez espada, por la mayor acumulación de estos contaminantes que presentan.
Los microplásticos: el gran peligro
A pesar de que hay menos evidencia de la contaminación oceánica que de la atmosférica, expone el doctor Jordi Bañeras, adjunto del Servicio de Cardiología del Hospital Universitario Vall d’Hebrón, investigador del Grupo de Investigación en Enfermedades Cardiovasculares del Vall d’Hebrón Instituto de Investigación (VHIR) y presidente de la Comisión de Salud y Medio Ambiente de Vall d’Hebrón, “empezamos a tener ya algunas pruebas que nos indican que esta contaminación puede afectar a la salud humana”.
“Esto se ha visto en estudios in vitro en los cuales se analizan células humanas y se ha observado la contaminación a través de los contaminantes, sobre todo de microplásticos”, continúa. Estas sustancias, afirma, afectan a las células por su toxicidad y “eso quiere decir que puede afectar al ADN y, si este muta, hablamos de marcos teóricos que podrían tener evidencia de la posibilidad de la relación de microplásticos con determinados tipos de cáncer, como el de mama”.
Existen, además, otros estudios en los que se han examinado estos contaminantes en muestras humanas, informa el doctor Bañeras. Según esto, los microplásticos que se ingieren del pescado pasan del tracto digestivo al torrente sanguíneo, “y es aquí donde se ha visto experimentalmente que podrían tener efectos en el sistema cardiovascular, sobre todo en el estrés oxidativo, es decir, que podrían tener efectos deletéreos sobre células cardíacas”. En este sentido, el facultativo enfatiza que se empiezan a tener evidencias en cuanto al estudio de los propios peces, que también sufren “la traslocación bacteriana, les cambia su flora bacteriana intestinal y esto puede provocar enfermedades, sobre todo inflamatorias, aunque también teóricamente algunos cánceres y afectación cardiovascular”.
Mayor evidencia científica
En palabras del doctor Bañeras, está estudiado que los microplásticos pasan al sistema circulatorio y lo que provocan son fenómenos inflamatorios. “Y si están en el torrente sanguíneo, pueden ir a cualquier órgano o sistema”, señala. Esto quiere decir que, a medida que se amplíen los estudios, es muy probable que los distintos órganos y sistemas del cuerpo puedan estar afectados por estos elementos.
«Lo que pasa es que se trata de una exposición a largo plazo, es decir, una mutación no ocurre en un día; son investigaciones que requieren tiempo y observación”, concluye e indica la dificultad que implican estos exámenes, también porque los microplásticos no solo se ingieren, sino que pueden asimilarse por vía dérmica o inhalatoria, y asimismo porque “¿cómo podemos demostrar nosotros qué carga de pescado está comiendo una persona y lo contaminado que está ese alimento, en cuanto a microplásticos? Lo que sí se puede mirar es si nosotros los tenemos acumulados en nuestro organismo”.
El cambio climático y cómo afecta a los océanos
“Nosotros respiramos gracias a los bosques, pero también gracias a los océanos, porque nos ayudan a combatir la crisis climática y son los que regulan el clima”, expone Marta Martín-Borregón, responsable de Océanos y Pesca de Greenpeace. Y el hecho de que los mares se estén deteriorando cada vez más, continúa, incrementa el peligro para la vida humana, porque si los océanos no captaran ese CO2, “la atmósfera tendría unas condiciones que no nos permitirían ni siquiera respirar”.
La parte acuática del mundo se encuentra sometida a distintas amenazas, afirma. Por una parte, el cambio climático, que calienta los océanos, derrite los polos y sube el nivel del mar; por otra, las emisiones de gases de efecto invernadero, que agravan la crisis climática. Los mares, además, están impactados por la sobrepesca; “España es líder europeo en cuanto a captura” y la contaminación de plásticos, “que representan el 95% de los residuos que flotan en el Mediterráneo actualmente. El 80% de los plásticos que acaban en los océanos proviene de la tierra, hay cinco islas repartidas por las aguas que están formadas por plásticos”. Todo esto, además, supone un riesgo para la fauna, que confunden los microplásticos con alimento.
Minería submarina
Y ahora existe otro peligro, destaca, “la minería submarina. Si comienza a partir del mes de julio generaría un impacto muy grave en los océanos, ya que quieren extraer nódulos de cobalto, níquel y manganeso de los fondos marinos, a más de 4.000 metros de profundidad, y lo que harían sería levantar todo el suelo y arrasar con todas las especies a su paso”. Y como los mares son un reservorio de carbono azul, explica, todo el CO2 en exceso de la atmósfera se fija en el suelo, y si se levantan esos sedimentos, el gas volvería a la atmósfera, “lo que agravaría la crisis climática”.
La fauna marina
Volviendo a la fauna oceánica, este exceso de CO2 produce la acidificación de las aguas y se modifica su pH , y muchas especies, como los corales, no toleran los nuevos rangos de pH y mueren. “Estos son ecosistemas muy valiosos porque generan un entorno en el que otras especies crían, y nos alimentamos de dichas especies”, comenta Martín-Borregón.
En este sentido, la fauna marina se ve muy afectada por los cambios en los océanos, que tienen una temperatura más elevada, con lo que diversas especies no son capaces de tolerar ese calor y tienen que desplazarse a nuevas zonas. “Este hecho deja vía libre a especies invasoras, que provienen de zonas más tropicales, y pueden expandirse y colonizar otras ubicaciones”. Por ello, especies autóctonas que, sin ir más lejos, hay en España son afectadas por el desplazamiento de estas especies.
Y esto atañe también a los pescadores. “Supone un problema porque hay muchas especies que ya no se acercan tanto a la costa, se están distribuyendo por otras áreas que tienen temperaturas más bajas. Y cada vez cuesta más encontrar el pescado, en parte, por la temperatura del océano”, asevera la responsable de Greenpeace.
Aumento del nivel de los mares
Por último, los océanos se ven afectados por el cambio climático, no solo en cuanto al reciclaje, sino también en el aumento del nivel de los mares. El estudio “Factors Contributing to the Long-Term Sea Level Trends in the Iberian Peninsula and the Balearic and Canary Islands”, publicado en la revista Geosciences, y elaborado por un grupo científico del Grupo Mediterráneo del Cambio Climático (GCC) del Instituto Español de Oceanografía (IEO-CSIC), en conjunto con el Instituto Mediterráneo de Estudios Avanzados (IMEDEA) explica, según recogen en el IEO en una nota de prensa, que, en España, el nivel del mar se ha incrementado 2,8 milímetros al año desde 1993, y de 1948 a 1993, 1,6 milímetros, por lo que casi se ha duplicado en este último periodo.
Fuentes
Página de las Naciones Unidas
Página del Parlamento Europeo
Web del Día Internacional de los Océanos
Declaraciones de los doctores Ana Belén Crujeiras y Jordi Bañeras
Declaraciones de Marta Martín-Borregón, responsable de Océanos y Pesca de Greenpeace
Sitio del Instituto Español de Oceanografía
Artículo «Factors Contributing to the Long-Term Sea Level Trends in the Iberian Peninsula and the Balearic and Canary Islands”, publicado en la revista Geosciencies: Vargas-Yáñez, M.; Tel, E.; Marcos, M.; Moya, F.; Ballesteros, E.; Alonso, C.; García-Martínez, M.C. 2023. Factors Contributing to the Long-Term Sea Level Trends in the Iberian Peninsula and the Balearic and Canary Islands. Geosciences, 13, 160. https://doi.org/10.3390/geosciences13060160