¡Hace mucho calor! Desde el inicio de la primera ola de calor el pasado domingo 12 de junio está es la frase más repetida. Greenpeace lleva alertando desde hace años que “las olas de calor serán cada vez más severas, llegarán antes, durarán más días y afectarán a más lugares a medida que aumenten las emisiones de CO2 y, con ellas, se agrave el cambio climático”.
Las consecuencias de este fenómeno extremo son también graves para la salud de la población: dermatitis, edemas, quemaduras, insolación, calambres, síncope por calor, etc. Y, en algunos casos, puede provocar incluso la muerte.
Pero, ¿qué es una ola de calor? La Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) considera ola de calor un episodio de al menos tres días consecutivos en que, como mínimo, el 10% de las estaciones consideradas registran máximas por encima del percentil del 95% de su serie de temperaturas máximas diarias de los meses de julio y agosto del periodo 1971-2000.
Estos son algunos mitos y algunas recomendaciones para superar la ola de calor.
Mito 1: Beber cerveza, café y tintos de verano para hidratarse
El Ministerio de Sanidad recuerda que el alcohol puede favorecer la deshidratación. Unas cervezas en el aperitivo o un mojito en la playa pueden hacer que nuestro cuerpo pierda líquidos de forma excesiva. De acuerdo con el Instituto Nacional de Abuso de Alcohol y Alcoholismo de EE.UU. (NIH, por sus siglas en inglés), “el alcohol inhibe la liberación de vasopresina, una hormona producida por el cerebro que envía señales a los riñones para que retengan líquidos. Como consecuencia, el alcohol aumenta la frecuencia para orinar y la pérdida excesiva de líquidos.”
Tampoco son aconsejables bebidas con cafeína o con mucha azúcar. Aunque parezca que refrescan más que el agua, el efecto es más bien el contrario, porque hacen que vayamos más al baño, lo que puede provocar un golpe de calor.
Para prevenir la ola de calor, lo mejor es el agua. La Fundación Española del Corazón (FEC) recomienda “una hidratación constante aunque no se esté sediento, sobre todo en el caso de personas mayores porque sufren una disminución en su estímulo de la sed, de forma que cuando la sensación de estar sediento se manifiesta, se encuentran ya en un avanzado estado de deshidratación”.
Mito 2: Ducharse con agua muy fría
Cuando los termómetros marcan temperaturas extremas ducharse con agua muy fría es una idea muy tentadora. Sin embargo, no es nada aconsejable realizar esta práctica, porque el efecto a largo plazo es peor.
La temperatura habitual de un adulto ronda los 37 grados. Por eso, cuando el cuerpo nota que la temperatura baja de ese umbral activa los mecanismos para perder calor: irriga menos sangre hacia la piel para mantener el calor, lo que provocará un aumento de la temperatura.
Por tanto, para evitar este efecto boomerang, lo mejor es ducharse con agua templada, en torno a los 33 grados.
Mito 3: A menos ropa, menos calor
Con la subida de temperaturas llega también el cambio de armario. La sabiduría popular de abuelos y madres recomienda optar por colores claros y prendas cortas. Pero, entonces, ¿por qué los nómadas del desierto llevan largas túnicas de colores oscuros? Algo no cuadra…
Sencillamente porque la ropa aísla del calor, ya que actúa como línea de defensa. De hecho, usar prendas que cubran la mayor parte de nuestro cuerpo nos ayuda a proteger mejor la piel. Eso sí, hay que escoger un material fresquito. El lino, la seda y el algodón son los tejidos más adecuados para esta estación porque permiten la transpiración de la piel. Se deben evitar tejidos como el poliéster.
Curiosamente, la ropa blanca protege menos que la negra si hablamos de protección solar. La revista Nature publicó en 1980 un estudio titulado “¿Por qué los beduinos llevan ropa negra en desiertos calurosos?” las ventajas de vestir con ropa oscura en el desierto. Según esta investigación los portadores de ropas oscuras no tenían más calor que si vistieran de blanco, a pesar de que está demostrado que las prendas de color negro absorben 2.5 veces más radiación solar que las blancas.
No obstante, las prendas oscuras absorben más la radiación del sol, pero también la del propio cuerpo, lo que facilita la evacuación del calor corporal, especialmente si corre algo de viento. Es decir, el negro absorbe muy bien el calor, pero también es un buen emisor de radiación. En cambio, la ropa de color blanco, refleja la energía del sol, pero también la del propio cuerpo.
Fuentes
Agencia Estatal de Meteorología (AEMET)
Instituto Nacional de abuso de alcohol y alcoholismo
Artículo, ¿Por qué los beduinos llevan ropa negra en desiertos calurosos?, publicado el 24 de enero de 1980 en la revista Nature