Estos días está circulando por Twitter publicaciones que señalan que un supuesto artículo publicado en la web de la Organización Mundial de la Salud (OMS) relaciona las vacunas contra la COVID-19 con la esclerosis múltiple.
“Del propio sitio de la OMS. La vacuna contra el covid-19 puede inducir la esclerosis múltiple a través de células T CD4+ con reacción cruzada que reconocen la proteína de punta del SARS-CoV-2 y los péptidos de mielina”, se puede leer en alguno de estos mensajes.
El tuit va acompañado de dos capturas de pantalla. La primera, del artículo en cuestión y otra, de otro titulado “Sudden cardiac death in multiple sclerosis caused by active demyelination of the medulla oblongata”(“Muerte súbita cardiaca en esclerosis múltiple causada por desmielinización activa del bulbo raquídeo”). Esta investigación fue publicada en 2011 y en el texto que aparece en la captura no hay referencias a la COVD-19 o a las vacunas, dado que la pandemia surgió en 2020 y las vacunas empezaron a comercializarse un año después.
Sin embargo, la vinculación entre vacunas contra el coronavirus y la esclerosis múltiple es falsa. No hay ninguna prueba de que estas inmunizaciones tengan una relación con la esclerosis múltiple ni hay una investigación de la OMS que así lo afirme.
No hay evidencias de relación entre vacunas contra la COVID-19 y esclerosis múltiple
El estudio al que hacen referencia los tuits se encuentra en una base de datos de la OMS sobre investigación de la COVID-19, pero no es de la OMS. Desde INFOVERITAS nos hemos puesto en contacto con la entidad, y la propia organización admite que no hay una relación “concluyente” entre la vacunación contra el coronavirus y la esclerosis múltiple y, en relación con el artículo en su base de datos, que “es demasiado pronto para sacar conclusiones”, puesto que este tipo de investigaciones “no establecen causalidad, sino que establecen vínculos probables entre dos eventos, que justifican un estudio más profundo”, destacan desde la OMS.
Su respuesta íntegra (traducida) ha sido la siguiente: “No existe un vínculo concluyente entre la esclerosis múltiple (EM) y la vacunación contra el COVID-19. Según el conocimiento de la OMS, los resultados de un estudio de casos y controles podrían indicar una correlación entre la esclerosis múltiple y la vacunación contra el COVID-19. Es demasiado pronto para sacar conclusiones de este estudio, ya que los estudios de casos y controles no establecen causalidad, sino que establecen vínculos probables entre dos eventos, que justifican un estudio más profundo”.
Asimismo, la entidad confirmó a INFOVERITAS que “el estudio incluyó referencias a <20 casos de diferentes vacunas pertenecientes a múltiples plataformas de vacunas (p. ej., vacunas de ARNm y vector viral de diferentes fabricantes) vinculados a casos de EM. Esto requiere más estudio antes de sacar conclusiones. Se han administrado más de 13 mil millones de vacunas contra el COVID-19, las vacunas que tenemos disponibles son una de nuestras herramientas más importantes contra el COVID-19 y han demostrado ser seguras y efectivas”, concluyen desde la OMS.
Jaime Pérez, presidente de la Asociación Española de Vacunología (AEV), corrobora a INFOVERITAS, asimismo, que no se trata de un estudio de la OMS. La investigación consta de “dos casos, no tiene ninguna validez”; la institución “no ha admitido la relación”. De hecho, Pérez explica que la esclerosis múltiple está causada por un virus y es una enfermedad para la que se están desarrollando vacunas. “No hay relación entre la patología y vacunas, no está recogido en ninguna de las agencias regulatorias de medicamentos”, afirma.
Todos los efectos adversos de las vacunas contra la COVID-19 ya han sido descritos
Un factor que hay que tener en cuenta en relación con las vacunas contra el coronavirus es que “se han puesto tantísimos millones de dosis que cualquier efecto adverso, por rarísimo que sea, ya está descrito”. En este caso, se han descrito eventos adversos del orden de 1 cada 1.000.000, asevera Pérez, “que en otros medicamentos jamás se haría; aquí, sí”.
De acuerdo con las palabras de este experto, puede asegurarse que aquellas cuestiones de seguridad de las vacunas contra la COVID-19 que no estén ya descritas no existen. “Ha habido tantísima farmacovigilancia que es imposible que se especule”. Pérez es rotundo al aclarar que lo que no está ya asociado y estipulado “no existe”.
Al preguntarle por la circunstancia de que sigan apareciendo mensajes como el tuit en cuestión tiempo después de declararse el fin de la emergencia sanitaria, el presidente de la AEV sostiene que los antivacunas pretenden demostrar de forma científica “cuestiones especulativas con las que encuentran una mínima relación, porque, si no, se quedan sin discurso”.
Aunque “no haya muchos antivacunas, algunos hay, y tienen que intentarlo”. Las vacunas contra la COVID-19 son las más probadas del mundo en la actualidad y si ni la Agencia Europea del Medicamento (EMA, por sus siglas en inglés) y su homóloga estadounidense, la Administración de Alimentos y Medicamentos (en inglés, FDA), “no han descrito nada, es que podemos estar muy seguros de que no existe”.
Otros falsos mitos sobre vacunas: relación con otras enfermedades o trastornos
Una cuestión clave en determinadas patologías es que cuando no está suficientemente demostrada una causa, apunta Pérez, se le atribuyen razones muy variadas. Este experto ejemplifica con el caso de las úlceras, que se pensaba que las causaban motivos tan variados como el estrés o el alcohol, “hasta que se descubrió que era el Helicobacter pylori. En aquel momento empezaron a curarse las úlceras y se vio que no tenía ninguna relación con las otras posibles causas”.
En este sentido, fue muy difundido el bulo de la relación de las vacunas con el autismo. Y es el mismo caso, ante la falta de evidencias se especula sobre posibles causas. Esto es por la complejidad de condiciones como esta. “En su momento le cayó la culpa a la vacuna triple vírica, pero no hay absolutamente nada con ninguna de las patologías frecuentes que conocemos”.
Otra posible fuente de bulos: se tardó muy poco en sacar las vacunas contra la COVID-19
El presidente de la AEV explica que las vacuas contra el coronavirus se comercializaron tan pronto por una combinación de factores. El primero, porque se llevaron a cabo mediante un fenómeno en paralelo. Normalmente, cuando se desarrolla una vacuna hay una fase preclínica, luego ensayos clínicos fase uno, dos y tres y, finalmente, se comercializa o actualiza. En el caso de estos sueros, “la fase preclínica estaba hecha, porque se basó en los datos que había para las vacunas anteriores del SARS y el MERS”.
También se dio que, en un contexto habitual, estos procesos van “poco a poco”. Es decir, se completa la fase uno, se cierra y se evalúa, “y se tarda en evaluar”; posteriormente se comienza a planificar la segunda fase y se repite el ciclo. “Y todo esto, para estas vacunas, se hizo con muchísimos medios y priorizándolo”.
Todo se hizo en paralelo, continúa. “Estabas haciendo el ensayo fase uno, pero mientras tanto la agencia del medicamento estaba evaluando ese ensayo”. Pérez comenta que los resultados se iban evaluando según iban saliendo. Asimismo, con independencia de si el ensayo fase uno iba a tener éxito o no, “las compañías ya estaban promoviendo los fase dos. Es decir, teniéndolo todo preparado. Era como una carrera de relevos”.
Siguiendo con la analogía, el proceso habitual podría explicarse mediante otra carrera en la que “tú corres la primera vuelta, descansas, y una vez que has descansado vuelves correr. Aquí no, era uno esperando a otro y a otro y a otro… Todo en paralelo, sin detenerse un momento”. Pérez destaca que la cuestión era tan prioritaria que los medios humanos y materiales que se dedicaron fueron muy significativos, lo que posibilitó tener una vacuna en diez meses, “cuando la que menos había tardado fueron cuatro años. Creo que la tecnología, la ciencia y la humanidad estaban preparadas para ello”.
También intervino un factor suerte, afirma, ya que algunas de las vacunas se cayeron en el desarrollo clínico. Sin embargo, las primeras que se comercializaron en Occidente, Pfizer, Moderna y AstraZeneca “no se cayeron durante los ensayos, salieron bien. Digamos que hubo la suerte de que las que estaban más avanzadas funcionaron”.
¿Qué procesos de seguridad siguen las vacunas?
Las agencias cuentan con mecanismos activos y pasivos para controlar la seguridad de las vacunas, describe este experto. Los activos hacen un seguimiento a un porcentaje de personas vacunadas o que han tomado un medicamento; los pasivos, por otro lado, se basan en la declaración de reacciones adversas, “ya sea a través de los profesionales sanitarios o incluso de la propia población”.
El proceso consiste en comprobar si lo que se declara es esperable. “Por ejemplo, supongamos que tenemos un 10% de personas que declaran dolor de cabeza. Eso se compara con la frecuencia normal de aparición de dolor de cabeza en los mismos grupos poblacionales. Entonces, si normalmente hay un 10% de personas que tiene cefalea se considera que es normal dentro de la estadística. No se le da más importancia porque es un fenómeno que aparece de forma normal con o sin el medicamento o la vacuna”, explica.
Pero si lo que se ve es que aparece un fenómeno de forma más habitual de lo que sería esperable en esa población, surge una señal de farmacovigilancia. La señal no significa que la vacuna o el medicamento sean la causa de la señal, de ese posible efecto adverso, sino que lo que hay que hacer “es una investigación más profunda de si además de ser más frecuente desde un punto de vista estadístico tiene otras características que tiene que cumplir”. Se lleva a cabo dicha pesquisa en profundidad y si alguna de las señales cumple los criterios que se marcan, se considera que puede ser un efecto adverso.
“Hablamos de millones y millones de dosis y millones y millones de personas vacunadas, en este caso. Descubrir señales nuevas es muy raro a estas alturas”, añade. Jaime Pérez, presidente de la Asociación Española de Vacunología, subraya que prácticamente todo se ha descrito durante 2021 y parte de 2022. En 2023 se está vacunando mucho menos de COVID-19, solo dosis de recuerdo. “Que aparezcan señales nuevas sería raro”, concluye.
Las vacunas contra la COVID-19 son seguras para las personas con esclerosis múltiple
Así lo aseguran desde la National Multiple Sclerosis Society en un artículo titulado “Recomendaciones sobre las vacunas contra el COVID-19 con esclerosis múltiple”. El texto, actualizado en mayo de 2023, destaca: “Le recomendamos que se vacune lo antes posible. La vacunación contra el COVID-19 es crucial para la seguridad pública y, en particular, de los más vulnerables entre nosotros. Los riesgos del COVID-19 superan con mucho los de las vacunas, pero quizá haya consideraciones especiales para las personas con esclerosis múltiple”.
Desde la entidad afirman que las investigaciones científicas “nos han mostrado que las vacunas contra el COVID-19 son seguras y eficaces. Como con otras decisiones médicas, lo mejor es que tome la decisión sobre la vacunación con su profesional de salud. La mayoría de las personas con los tipos recurrentes y progresivos de esclerosis múltiple se deben vacunar. Los riesgos del COVID-19 superan cualquier riesgo potencial de vacunarse. Además, para reducir el impacto del virus, se deben vacunar contra el COVID-19 las personas que viven con ellas y contactos cercanos”.
INFOVERITAS verifica que…
La OMS no ha publicado un estudio que relaciona las vacunas contra la COVID-19 y la esclerosis múltiple. Se trata de un artículo, en una base de datos de la organización, sobre investigación del coronavirus. No existen vínculos “concluyentes”, según la OMS, entre estas vacunas y la enfermedad. Además, la National Multple Sclerosis Society recomienda estas inmunizaciones para las personas afectadas de esta patología.
Fuentes
Declaraciones de la Organización Mundial de la Salud
Declaraciones de Jaime Pérez, director de la Asociación Española de Vacunología (AEV)