¿Sabías que el 12 de marzo se celebra el Día Mundial del Glaucoma? Es un grupo de afecciones oculares que pueden dañar al nervio óptico, el responsable de enviar las imágenes que vemos desde el ojo al cerebro. Esta lesión causa una pérdida progresiva de visión, que normalmente comienza por la periferia del campo visual.
El glaucoma es la segunda causa de ceguera en el mundo, solo superada por las cataratas, según datos que replica el Hospital Clínic de Barcelona ofrecidos por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Así, se calcula que hay unos 60 millones de afectados y, debido al envejecimiento de la población, se estima que en el año 2040 estas cifras podrían aumentar hasta un 45% (111,8 millones). En España, el glaucoma está presente en el 2% de la población de más de 40 años.
No obstante, a pesar de su gravedad, la mitad de la población afectada por glaucoma lo desconoce, ya que generalmente no causa síntomas que adviertan de la patología. “Estudios recientes estiman que en España hay alrededor de 1 millón de afectados, aunque, aproximadamente, la mitad no sabe que tienen la enfermedad”, señalan desde el Hospital Clínic. El problema es que, si no se detecta y se trata a tiempo, el glaucoma puede llegar a producir baja visión e, incluso, ceguera en el 5% de los casos.
La prevención es crucial
Muchas formas de glaucoma no presentan signos de advertencia. El efecto es tan gradual que puede que no notes cambios en la visión hasta que la afección esté en sus etapas más avanzadas. Por ello, realizarse exámenes oculares periódicos, como los que miden la presión ocular, es una herramienta adecuada para prevenir la enfermedad.
Desde la Clínica Mayo de Estados Unidos explican que los daños en el nervio óptico a menudo “están relacionados con una presión alta en los ojos. Sin embargo, el glaucoma se puede producir incluso con una presión ocular normal”.
¿Qué es la presión intraocular?
El ojo contiene un líquido en su interior (humor acuoso) que se renueva durante todo el día y que sale del ojo a través de un filtro (ángulo) que es como una red (malla trabecular). Este líquido, por estar dentro de una cavidad cerrada, genera una cierta presión.
“Para que el ojo funcione de manera correcta es necesario un cierto nivel de presión para poder mantener su forma, pero si la presión del ojo es demasiado alta (o más alta de la que un determinado ojo puede aguantar), esta tensión comprime el nervio óptico, lo que daña las fibras”, destacan desde el Hospital Clínic de Barcelona.
¿Qué riesgo tengo de desarrollar glaucoma?
Aunque el glaucoma puede aparecer a cualquier edad, lo cierto es que el riesgo aumenta a partir de los 60 años con una incidencia del 2,1%, cifra que asciende al 2,3% en personas de 60 a 69 años y, una vez pasados los 70, alcanza el 4%.
“Pero, además, existen otros factores de riesgo que favorecen el desarrollo de la enfermedad en uno o en ambos ojos; como la diabetes, la presión intraocular alta, antecedentes familiares de glaucoma, miopía elevada (mayor de 5 dioptrías), hipertensión arterial o estar medicado con corticoides”, destacan desde la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG).
No existe cura (todavía) de la enfermedad
El glaucoma no tiene cura, y no es posible recuperar la visión perdida. Con medicación y/o cirugía, se puede detener la pérdida adicional de la visión. “Debido a que el glaucoma de ángulo abierto es una afección crónica, es necesario controlarlo de por vida. El diagnóstico es el primer paso para conservar su visión”, señala desde la Glaucoma Research Foundation, una organización destinada a la investigación de la enfermedad.
Fuentes
Clínica Mayo de Estados Unidos