Los humanos, como especie, llevamos en este planeta cientos de miles de años. Pero hasta hace poco más de 120 no aprendimos a volar. Sin embargo, menos de 60 después del primer vuelo, la humanidad llegó al espacio. Eso significa, obviando el mérito increíble de ese salto de desarrollo tecnológico gigante, que únicamente una ínfima parte de los humanos han visto nuestra casa desde el tejado: solo unos poquísimos han podido contemplar el esplendor de la Tierra desde arriba.
Parémonos a pensar en esto. Solo esos escasos elegidos para la gloria han mirado el punto pálido azul que fotografió la sonda Voyager 1 en 1990 y han visto a la humanidad entera. Somos apenas un suspiro en la historia de la Tierra y hemos tenido el privilegio de verla desde fuera, de observar el majestuoso despliegue del universo. Y lo hemos hecho a través de la minúscula cerradura de los ojos de unas cuantas decenas de personas. Y uno de esos ojos serán los de Pablo Álvarez.
Álvarez (1988) es astronauta certificado por la Agencia Espacial Europea (ESA, por sus siglas en inglés) desde abril de 2024, tras haber sido seleccionado en noviembre de 2022. Esto le permitirá formar parte de misiones espaciales que irán a la Estación Espacial Internacional. “En el primer momento, cuando te lo dicen, en una alegría inmensa. Incluso cuando vas pasando las fases del proceso de selección, y luego cuando empiezas a trabajar como astronauta, a formarte, a prepararte para salir al espacio es como que ese sueño que has tenido siempre se va haciendo realidad. Creo que lo que siento es que soy tremendamente afortunado de tener esta oportunidad y de poder estar disfrutando cada día, como lo estoy haciendo”, destaca Pablo, en conversación con INFOVERITAS.
Hablamos con este astronauta, licenciado Ingeniería Aeronáutica en la Universidad de León y máster en Ingeniería Aeroespacial en la Universidad Politécnica de Varsovia, sobre la escasa rutina que enfrenta en un trabajo que le permitirá, etimológicamente hablando, navegar por las estrellas.
Cómo ser un astronauta
Álvarez cuenta que el proceso de selección duró 18 meses. “Se empezó a anunciar que la Agencia Espacial Europea buscaba astronautas por primera vez en 13 años, la anterior selección había sido en 2009 y la nuestra fue en 2022, y es ahí cuando empieza todo, preparas tu CV, tu carta de motivación… y sabes que es un tren que pasa una vez en la vida, que la próxima vez que busquen astronautas de nuevo puede ser en muchos años y que ya no tengas la edad necesaria. Lo intentas con todas las ganas”, cuenta.
Una vez le seleccionaron, comenzó su entrenamiento. Para esto no existe una rutina, apunta, sino que depende mucho del tipo de formación. “El primer año, en lo que llaman entrenamiento básico, nos ponen a todos los astronautas en el mismo nivel en distintas habilidades que necesitas para ser astronauta, como medicina o primeros auxilios, ingeniería, astrofísica, geología, biología… hemos tenido que aprender ruso…”.
De hecho, Pablo comenta que hay asignaturas “que ni te imaginas, como ley espacial o incluso organización de instituciones públicas de Europa, porque al final la ESA es una institución más y tenemos que saber cómo es el entorno diplomático en el que nos movemos”.
Y su formación no es solo teórica, también “hay cosas más prácticas, como la centrifugadora, inmersiones en la piscina para actividades extravehiculares, tenemos entrenamientos de supervivencia en invierno, en agua… simulaciones de emergencias, hay entrenamientos más prácticos de cara a hacer experimentos… Es muy variado”, concluye.
Antes de navegar por las estrellas
No todos los entrenamientos se hacen en Europa, Álvarez ha tenido que ir, por ejemplo, a Estados Unidos. Esto “hace que no tengamos una rutina, no te puedo decir cómo es un día porque cada día es distinto. Y quizás eso es lo que más me gusta del trabajo, que puedes aprender de muchas cosas muy distintas, todas relacionadas con el espacio, y es muy bonito porque nunca hay monotonía”.
Una vez concluye el entrenamiento básico, te certifican para que “se me asigne una misión en cualquier momento”, señala Pablo. El siguiente paso, amplía, es que se le mande una a la Estación Espacial Internacional, “en principio. Son misiones largas, de seis meses, y por eso necesitamos tanta preparación, porque una vez que subimos somos responsables de arreglar cualquier cosa que vaya mal, de hacer todos esos experimentos que hacemos y hay que estar preparado para todo lo que pueda suceder. Todavía necesitamos dos años más de entrenamiento para esa misión, el siguiente paso es que se me asigne una y empezar el entrenamiento específico de mi misión, que son dos años”.
Y, mientras tanto, más formación. Este entrenamiento, esta vez en Houston (Estados Unidos), sirve para “seguir preparándome para esas actividades extravehiculares en la piscina, entrenamiento con el brazo robótico de la estación espacial, voy a volar aviones… Vamos a seguir formándonos para estar lo más preparados posible para el día que se nos asigne esa misión”, apunta este astronauta.
El sueño de una misión espacial
El astronauta Pablo Álvarez cuenta que todas las misiones de larga duración son parecidas. “Tenemos que estar formados para realizar cualquier tipo de experimento y cualquier tipo de actividad de mantenimiento en la estación”, amplía. Durante los seis meses que duran, todos participan en multitud de experimentos, entre 200 y 250 de media, “pero eso puede variar. Y son de todo tipo, de biología, de medicina, de materiales, de mecánica de fluidos, de observación de la Tierra, de mediciones de radiación… Hay infinidad de experimentos que hacemos en la estación espacial, que no deja de ser un laboratorio con unas condiciones de microgravedad que no se pueden conseguir de ninguna forma en nuestro planeta”, argumenta.
Además, las tareas de mantenimiento forman parte de la misión, como instalar nuevos equipos, por ejemplo, para reparar cualquier cosa. “Para ello, hay algunas para las que te preparas durante esos dos años, lo sabré cuando se me asigne mi misión. Y hay otras que pueden ser más contingencias, para las que hay que estar siempre preparado, tienes que subir sabiendo cómo arreglarlo”, enfatiza.
Álvarez señala que “pensaba en ir al espacio como un sueño. Yo he sido muy realista siempre con lo tremendamente difícil que es conseguirlo”. De hecho, hasta ahora, solo ha habido dos españoles: Michael López-Alegría, que luego se nacionalizó estadounidense y voló con la NASA, y Pedro Duque. “Dedicarte a esto de forma profesional es tremendamente difícil, siempre digo que son las típicas cosas que le pasan a otro. Es todavía de alguna forma difícil de asimilar para mí”, aporta.
No obstante, Pablo no es el único astronauta español que fue seleccionado por la ESA. La biotecnóloga y doctora en Biología Molecular Sara García fue elegida también por la agencia europea. Para Álvarez, que haya dos astronautas españoles “es solo el resultado del buen trabajo que se ha hecho en los últimos años, tanto con la creación de la Agencia Espacial Española como con el incremento de la contribución de España a la ESA, que han puesto en valor la importancia del espacio para nuestro país. Y no solo eso, también la capacidad industrial que tenemos aquí para contribuir al sector y estar presentes, es un sector que cada vez es más importante, está creciendo muy rápido, estamos viendo una auténtica revolución. Y en España estamos apostando por estar presentes”.
Ir al espacio es un sueño que todos compartimos, y ver la Tierra desde arriba, contemplar el cosmos desde otro lugar que no sea el hogar de la humanidad y asistir al baile universal de los astros, es un privilegio que solo gente como Pablo Álvarez conseguirá. El leonés podrá asistir al espectáculo de la vida en nuestro planeta desde el palco, ver polos y desiertos a través de su ventana, medir mundos y galaxias y observar moléculas al microscopio. Pablo podrá navegar por las estrellas.
Fuentes
Academia de las Ciencias y las Artes Militares
Perfil de Pablo Álvarez en la ESA
Entrevista al astronauta Pablo Álvarez