El marino Jorge Juan “nos dejó una huella indeleble y un legado en lo material, porque tenemos instrumentos que él utilizó en los museos, libros que él publicó en nuestras bibliotecas, documentación que él firmó en nuestros archivos, y en lo intelectual, que se aprovechó en el último tercio del siglo XVIII con sus ideas de construcción y formación”, comienza José María Moreno Martín, responsable de las Colecciones de Cartografía e Instrumentos Científicos del Museo Naval, en conversación con INFOVERITAS.
Para este experto, Jorge Juan es un personaje “que todavía está por descubrir, aunque se han hecho exposiciones, publicaciones… Si fuera estadounidense o inglés, seguramente ya habría habido una serie con varias temporadas sobre su figura”. Nacido en Novelda (Alicante), en 1713, este científico, espía y asesor de la monarquía tuvo una vida de película a lo largo de la cual contribuyó en la misión real que midió el meridiano de la Tierra.
Hay una calle en Madrid que lleva su nombre, “pero no sabemos la grandeza de este personaje en la ciencia”, enfatiza Moreno Martín. Jorge Juan dedicó su intensa vida a la ciencia y, por ello, obtuvo reconocimientos en vida, hasta el punto de que se le conocía como el Sabio Español en Europa. Esta es la historia del hombre que midió el mundo.
Objetivo: medir el mundo
“Se sabía que la Tierra era redonda, pero no su verdadera medida”, comienza este experto. La misión de medir el mundo no surge en España, sino en Francia, en 1733. “Había un contencioso entre ingleses y franceses, porque estos decían que la Tierra estaba achatada por el Ecuador y aquellos, por los polos. Para poner fin a esta contienda, Francia organizó dos expediciones para comparar las medidas: una en Laponia y otra en el Ecuador”, explica.
Para hacer estas mediciones en el Ecuador, la monarquía francesa tuvo que pedir permiso a la española, “porque aquellas tierras eran provincias españolas. Cuando se pidió esa concesión, la única condición que puso Felipe V (rey por aquel entonces) en aquel momento fue que dos marinos españoles participaran en esa expedición. Fueron Jorge Juan y Antonio de Ulloa”.
La expedición duró más de diez años, y “se familiarizaron con todos los instrumentos científicos, que eran los más modernos que en ese momento existía. El resultado fue que se descubrió que la Tierra está achatada por los polos”. Los resultados obtenidos los recogieron Jorge Juan y Antonio de Ulloa en dos publicaciones, Observaciones astronómicas y físicas hechas de orden de Su Majestad en los Reinos del Perú y Relación histórica del viaje a la América meridional, “que fueron dos obras fundamentales que recogieron todo el proceso; Jorge Juan se dedicó a la parte científica y Antonio de Ulloa a la parte natural”.
De acuerdo con las palabras de Moreno Martín, “fueron auténticos best sellers, 40 o 50 años después se volvían a hacer reimpresiones y reediciones de esta obra. Fue una obra magna con la que Jorge Juan se dio a conocer en el mundo europeo, no en vano así se le conocía en Europa: el Sabio Español”.
Triángulos entre las montañas
“Cuando te adentras en las mediciones del meridiano, te das cuenta de que son un asunto complejo”, comenta este experto. La unidad básica se tomó para hacer las mediciones fue la toesa francesa, un sistema de medición que medía dos metros aproximadamente. “Era una vara larga de latón. Y lo hicieron con el método de la triangulación. Hicieron la medición en una cordillera interior del Ecuador, de lo que hoy es el Ecuador, en aquel momento era el virreinato del Perú”, amplía.
Trazaron líneas rectas, triángulos, entre los picos de las montañas de esa cordillera y de lugares que tenían una referencia física. Así fueron trazando un dibujo y midiendo desde un triángulo base. “Tomaron un triángulo base, midieron los ángulos y los lados, y a partir de ese triángulo, por trigonometría, fueron ampliando la medición a esa cadena de triángulos que se prolongaba a lo largo de toda esa cordillera”, señala.
“Dicho así, si lo vemos sobre el papel, puede resultar sencillo, pero hay que tener en cuenta que estaban trabajando a unas altitudes extremas. Sufrieron el mal de altura, las inclemencias del tiempo por tener que medir en las cimas. Tenemos que saber también que es un territorio sacudido por erupciones volcánicas y terremotos, que también los sufrieron… Las condiciones eran muy complicadas, por eso esta expedición se prolongó tanto. Al igual que la de Laponia fue muy breve, la del Ecuador se alargó más de una década por estas condiciones”, apunta el responsable de las Colecciones de Cartografía e Instrumentos Científicos del Museo Naval al preguntarle sobre las circunstancias de la expedición.
Fue a partir de la toesa francesa, que se va colocando mediante perchas, concluye el experto, “se iban colocando una al lado de otra para hacer esa medición, que daba como resultado esos triángulos que dieron el resultado final. Muy complejo”.
El legado científico que dejó un espía
Con tan solo 37 años, Jorge Juan ya era miembro de la Royal Society de Londres, de la Academia de Ciencias de París y de la Academia de Ciencias de Berlín. “Hay que reivindicarlo mucho en la ciencia española, es un personaje cuyos logros se le reconocieron en vida, en su país y especialmente fuera. Hay que rescatar esta figura, que no es lo suficientemente conocida”, pone de manifiesto Moreno Martín.
Y cuenta que el marino hizo incluso labores de espionaje, “es un personaje fascinante. No solo ya por la parte técnica de ciencias, sino por sus vivencias. Fue enviado a Inglaterra para espiar en los arsenales ingleses para ver cómo se construía ahí, ver las técnicas de construcción naval que tenían allí. Estuvo un tiempo hasta que le descubrieron, pero reclutó técnicos ingleses que se trajo a España, que fueron los que empezaron con la construcción que se llamó ‘sistema inglés’ o ‘sistema Jorge Juan’”.
Este experto cuenta que Jorge Juan viajó a Inglaterra bajo pseudónimo y “espió el sistema de construcción inglés, los técnicos, las características de sus arsenales… Todo, sus hospitales… Todo. Los ingleses estaban en auge, contrató a decenas de maestros de construcción y entonces trajo un nuevo método que era el de los ingleses, que adquirió el nombre de ‘sistema Jorge Juan’, porque él introdujo sus propias modificaciones”. Y, con esto, continúa Moreno Martín, expuso sus conocimientos en mecánica, en cálculo infinitesimal, en todo. Y todo quedó recogido en una obra, Examen marítimo teórico y práctico.
“Si había un incendio de una mina en Ciudad Real llamaban a Jorge Juan, era un asesor de la monarquía, o si había un plan de regadío que establecer en Murcia, por ejemplo, llamaban a Jorge Juan, para ver cómo lo podían hacer, o para incluso sacar navíos hundidos, él jugaba con los pesos para ver cómo hacerlo. Es un personaje que lo tocó absolutamente todo entre 1733 y 1773, cuando muere, son años en los que prácticamente estuvo en todo”, concluye.
La vida intensa de un hombre de ciencia
Jorge Juan fue científico ilustrado de la Armada española y, sin embargo, “no se le conoce prácticamente ningún hecho de armas. Simplemente, en su juventud, cuando fue caballero de la Orden de Malta y cuando luego ingresó en la Real Compañía de Guardiamarina”. Su vida estuvo orientada a la ciencia, no solo en la expedición para medir el meridiano terrestre, también “realizó cartografía, mejorando, de esta manera, todas las rutas que se hacían a América, pero una vez que volvió a España también aportó a la construcción naval española, fundamental, y posteriormente en la formación de los marinos españoles y de la gente ilustrada del momento. Es un personaje muy poliédrico, tocó muchísimos campos de la ciencia en España”, destaca el responsable de las Colecciones de Cartografía e Instrumentos Científicos del Museo Naval.
“La ciencia se vende mal, frente a otros marinos que se venden mejor porque han participado en hechos históricos, en hechos heroicos, en batallas… un hombre de ciencia como Jorge Juan queda un poco diluido, cuando él a lo que se dedica es a hacer los barcos, a fabricar los instrumentos, a mejorar la cartografía… que es lo que ayuda a esos hombres que luego ganan las batallas”, asevera Moreno Martín. Y reivindica la figura de estos “personajes científicos más en la sombra pero que son fundamentales en la historia de la Marina española y, en este caso, de la ciencia de España”.
Con triángulos entre las montañas, Jorge Juan midió el mundo. Su trabajo permitió conocer mejor las dimensiones de nuestra casa y por ello fue reconocido en su tiempo. El marino fue un hombre de ciencia que tuvo una vida de película cuyo legado llega hasta nuestros días.
Fuentes
Biografía de Jorge Juan en la web del Instituto Cervantes
Entrevista a José María Moreno Martín, responsable de las Colecciones de Cartografía e Instrumentos Científicos del Museo Naval