La ciudad de Vélez-Málaga (provincia de Málaga) vio nacer a una de las filósofas y ensayistas más importantes de la historia de España. Premio Cervantes en 1988, la primera mujer en conseguir este galardón, María Zambrano es una intelectual cuyo mensaje “se sale del tiempo. Claro que hay una María Zambrano histórica, pero su pensamiento no se puede corresponder con un siglo concreto, sino que pertenece a la humanidad de forma universal”, comienza Jesús Baena Criado, doctor en Teoría de la Literatura y Literatura Comparada en la Universidad de Málaga, en conversación con INFOVERITAS.
Una de las grandes aportaciones de Zambrano a la filosofía es su idea de la razón poética, que el doctor Luis Ortega Hurtado, gerente de la Fundación María Zambrano, define como un método de conocimiento por el cual debemos dejar fluir no solo a la razón, “sino también a la intuición. Poética en el sentido griego del término, como intuición, creación. De ahí su interés por las artes, por las formas de expresión del ser humano, como el cine, el teatro, la música, la pintura, a través de las cuales revelamos aquellas verdades que se nos ocultan en nuestro interior”.
Por su parte, Enrique Baena Peña, catedrático de Literatura y Literatura Comparada en la Universidad de Málaga expresa que esta ensayista “aportó su granito de arena para tener la Europa actual, que nace de la huida de las grandes catástrofes del siglo pasado. Ella procura la renovación de Europa, busca renovar Europa a partir de los años 50 en el sentido más democrático, más cultural, más comprometido. Ese es su gran papel”.
Zambrano trajo un mensaje de esperanza y de unión de los pueblos a través de la lengua española, que comparten tantos millones de personas. Desde INFOVERITAS hablamos con estos expertos para divulgar y conocer la vida y el pensamiento de esta mujer.
María Zambrano, una pensadora revolucionaria
El doctor Ortega Hurtado considera a María Zambrano una de las pensadoras más importantes del siglo pasado, y, “por qué no decirlo, también del siglo XXI. Es una intelectual y escritora que publicó durante prácticamente toda su vida, desde los años 20 hasta 1991, que es cuando fallece”. Escribe artículos, tanto en periódicos como en revistas, que “posteriormente se fueron publicando en libros y antologías. De alguna manera abordó, a través de esos escritos, los grandes problemas, las grandes cuestiones, que más preocupaban, y preocupan, a las personas, como la democracia, los derechos humanos, la igualdad, la paz…”.
Zambrano, como buena lectora y amiga de sus contemporáneos, como la generación del 27, fue una gran intelectual. “Gozaba tanto de la tradición de los autores que ella leía, como filósofos de la tradición griega o poetas de su generación”, añade.
El doctor Baena Criado califica a esta filósofa como una “pensadora completamente revolucionaria, no solo de su época, sino en general del pensamiento. A diferencia de otros pensadores de su época, frente a alguna forma de relacionarse con la realidad en la que se piensa mucho en la importancia de la verdad, de la razón…, y otras que acaban derivando en ‘el hombre moderno’, por decirlo de alguna forma, pero muy vacío, un ser humano muy vaciado de todo sentido, de toda dirección, María Zambrano rompe no con la tradición del pensamiento, sino con el pensamiento de su época uniéndose o rescatando o siendo consciente de esa tradición, y lo hace reivindicando a un ser humano que es capaz de darle sentido a su vida, de recuperar un espíritu que hasta ese momento había quedado descartado, en los márgenes”.
Y es revolucionaria a pesar de que recoja la traición, pues “en muchos momentos la gran revolución consiste en eso, en recordar lo que somos, y ella, en este sentido, es pionera, porque cuando no era fácil recuperar lo espiritual ella acaba proponiendo una idea, la razón poética, que representa lo mejor de lo humano y a la vez lo que constituye la humanidad misma”, concluye.
Por su parte, el catedrático Baena Peña considera que Zambrano es quien libera al “‘hombre masa’ a través de la literatura y la palabra, quien libera de una alienación que ya se había dado en el siglo XX. En su época, la alienación ya era tremenda. Y todo eso crujía y Zambrano libera, es como la conciencia liberadora a través de un resquicio, la propia creatividad, que venía desde lejos, es la conciencia liberadora ante ese ‘hombre masa’ que se había producido”.
Este experto recalca que la obra de esta filósofa es de “extrema responsabilidad” a este respecto.
La razón poética de María Zambrano
María Zambrano es hija de una de las épocas más violentas que se recuerdan: el siglo XX. Y, sin embargo, sus textos “son un canto a la esperanza y a la paz. Como pensadora rompe con la tradición, plantea un nuevo método de conocimiento que es la razón poética. Va a recuperar la idea de persona como realidad última… Va a hacer muchas aportaciones desde el punto de vista filosófico”, señala el doctor Ortega Hurtado.
En este sentido, el doctor Baena Criado amplía y asevera que el pensamiento de esta intelectual se anticipa a su propia circunstancia histórica. “Nos está diciendo que, con independencia de lo que tengas delante, lo humano siempre se va a oponer a todo lo que nos oprime. Y la resistencia frente a cualquier intento de eliminación de la identidad es la razón poética; lo literario, esa conciencia literaria”, aclara.
Para este experto, el concepto de la razón poética es importante porque, particularmente en la tradición mediterránea, se tiene una constancia muy clara que “se refleja en el primer versículo del Evangelio de San Juan (‘al principio fue la palabra’). Pero esa palabra en griego, que es como San Juan la escribe, es logos, que significa razón también. Es decir, en el propio término griego logos ya está la idea de la razón poética de Zambrano”. Por esta razón, el doctor Baena Criado la considera una pensadora revolucionaria, porque reinterpreta la tradición.
“En esa tradición mediterránea, ella tiene conciencia muy clara de que somos un pueblo que vive dentro de grandes relatos y ficciones, y que eso lo que nos ha hecho grandes. Al final, el ser humano tiene la posibilidad de ser poeta de sí mismo, es capaz de crearse a sí mismo y de darse su propia entidad. La razón poética va en esa dirección porque cuando queremos transmitir aquello que somos, lo hacemos, en general, con la palabra, que es nuestra forma de comunicación más común. Y en ese momento surge el símbolo, esa cuestión que acaba representando la unicidad de cada uno. En esa razón que se acaba construyendo cada persona, a la vez, está también la expresión que se hace a través de la lengua, como símbolo de imágenes, de temas… que acaban constituyendo lo único de cada persona. El pensamiento de María Zambrano viene a ser reivindicar que cada ser humano es único, y que tome conciencia de su unicidad”, destaca.
Asimismo, el catedrático Baena Peña explica que Zambrano se fija mucho en el mundo antiguo, “en los remotos griegos”. Según este experto “Platón vive de visiones, de lo que no vemos, de visiones mentales, y Aristóteles también, y es una herencia que llega a María Zambrano. Aristóteles habla de la metafísica, pero se ha interpretado que la metafísica es lo trascendente, como que es todo aquello que es superior, y no”, continúa.
Aristóteles, de acuerdo con Baena Peña, entendía la metafísica como María Zambrano la creatividad. Es decir, “la metafísica es aquello que pensamos antes de pensar, aquello que vemos antes de ver, aquello que sentimos casi antes de sentir, por ejemplo, con cosas cotidianas. La metafísica es eso, esa zona de penumbra, donde ni la razón ni la racionalidad ni la creación consciente ni la consciencia son capaces de intervenir, porque tiene una vida propia. Y esa gran herencia como olvidada en el pensamiento y la literatura, como una historia olvidada del tiempo, llena de presagios e intuiciones, de lo que no advertimos, es la razón poética de María Zambrano”.
El mensaje de esperanza en el convulso siglo XX
María Zambrano, en el siglo XX, es “una luz, una esperanza”, apunta el doctor Baena Criado. Incluso de forma muy precoz, “en cierta forma, ahora que nos encontramos con la inteligencia artificial y elementos que la tecnología nos está poniendo como un espejo en el que nosotros nos miramos, la respuesta a todo eso ya la da María Zambrano con la razón poética. Ahora que nosotros nos empezamos a dar cuenta de que quizá todo lo que creíamos que éramos no lo somos en realidad, porque no es eso lo que nos hace humanos, no es conocer la historia, hacer matemáticas muy complejas… sino que hay algo más, y ese algo nos lo está poniendo delante la tecnología, y para llegar a ese algo más, inevitablemente tienes que pasar por esa razón poética de Zambrano”.
Este experto enfatiza que hay dos formas de relacionarse con el momento: dejarse llevar por redefiniciones, por un sentimiento de fracaso, o no rendirse frente a las grandes dificultades que surgen a comienzos del siglo pasado. El doctor Baena Criado afirma que “a partir de la revolución francesa, en Europa, el pensamiento sufre un cambio conceptual del cual creo que no tenemos una conciencia plena. Tardó un siglo en configurarse un proyecto al que luego hemos llamado modernidad, pero cuando nace, esa especie de deseo embrionario, con la revolución, lo hace con una vocación esperanzada de lo humano clarísima”. En Europa, continúa, se va a manifestar particularmente en la cultura alemana, donde se expresa esa vocación transnacional; “se sueña con esa transnacionalidad, con que haya algo que supere las fronteras, porque por encima de la frontera está lo humano”.
La capacidad que tenemos para definirnos es lo que llamamos modernidad, amplía, pero en el siglo XX esa idea “no es que fracase, pero se tiene esa sensación, aunque no es así, al contrario. La gente se abandona a radicalismos porque les dicen quiénes deben ser; es el miedo a la libertad, porque la libertad implica responsabilidad de serlo, y eso genera mucho miedo”.
Este experto continúa señalando que el siglo XIX enseña que, en cierta forma, “hemos nacido siendo esclavos de muchas realidades de las que de repente ya no tenemos que serlo, pero eso también implica un sentimiento de orfandad inmenso, porque ya nada nos acompaña. Entonces, ese sentimiento de orfandad se abandona a los radicalismos, que hacen las veces de padrastro que te dice quién eres y quién tienes que ser”. Y Zambrano, en lugar de abandonarse a eso, “se resiste y decide apostar por ese proyecto que nació con la Ilustración: la modernidad. Y la emancipación del ser humano de todo lo que le oprime. Ella pertenece, aunque su pensamiento sea atemporal, a una temporalidad, y esta temporalidad, ese sentimiento de fracaso, ella la enfrenta con la razón poética, con la creación, con el ser capaces de trascender lo que nos limita. Por eso es brillante, es una pensadora revolucionaria por ese motivo”.
El catedrático Baena Peña, por su parte, explica que a principios del siglo XX español hay dos grandes tendencias: la generación del 98 y una mirada histórica que representa Ortega y Gasset. La primera tendencia “tiene una mirada nihilista interesantísima, por otra parte, y muy interna”. En medio de ambas corrientes se sitúa el aniversario del Quijote. “Unamuno lo entiende como un personaje épico que no logra su propósito, lo convierte en un personaje trágico. Ortega lo convierte en una gran obra, como el Escorial, pero con palabras. Y Zambrano opina que ni lo uno ni lo otro, el Quijote representa la gran simbolización de lo humano, la esperanza de lo humano, lo que somos todos. Y va ahondando en ese gran símbolo, despojándolo de la tragedia, liberándolo también de ese bloque histórico en que lo metía Ortega”.
La labor de esta filósofa, amplía, es “descubrirnos, en el mundo hispánico, lo que somos de verdad, liberarnos de prejuicios, sean dramáticos o sean histórico-progresivos; es decir, mirando atrás como Unamuno o adelante solo como Ortega. María Zambrano se queda en lo anímico, lo sentimental, lo comprometido… en todo lo que queremos ser”.
El valor del español como nexo de culturas
María Zambrano fue la primera mujer en ganar el Premio Cervantes, el más prestigioso de las letras españolas. Fue en 1988. Y al ganarlo, esta filósofa se reconoce admirada del español. El catedrático Baena Peña apunta que “hace una defensa completa del español como gran lengua que une a los pueblos, porque en su perspectiva está la persona y el pueblo. Y el pueblo ella lo sintetiza, con cierto romanticismo, en el sentido de lo sagrado, el pueblo como algo sagrado, en el idioma”.
“Es el español, que transita todo un continente. Es una defensora completa del hispanismo dentro del siglo XX, y es un legado para nosotros. Ella estaba fascinada por que el español, con sus distintas hablas, dialectos, léxicos… lo hablaran tantísimos millones de personas”, continúa este experto. Y destaca que esto también implica una forma de ver el mundo, “porque la lengua da ocasión de pensar el mundo de la forma en que lo expresa. Y María Zambrano era muy consciente de que el español expresaba un mundo, una visión del mundo que era compartido. Su último mensaje testamentario fue este, fascinada por el español como visión del mundo expresada en una palabra prodigiosa, de tantísimos millones de personas”.
El futuro como posibilidad
El doctor Baena Criado, en este sentido, afirma que la sociedad hispana, la universidad y el mundo académico, en actualidad, tenemos una herencia gracias a María Zambrano, pero también una responsabilidad de hacer llegar a la gente esa idea, “saber transmitirle esa luz y ese fuego esperanzado y esa fe en la humanidad, en lo que nosotros podemos llegar a ser”.
El mensaje de esta filósofa no sería posible “sin la noción de un amor muy profundo hacia todo lo humano. Es decir, la búsqueda de todo lo que nos une y no de lo que nos separa, y del mismo modo, tener conciencia de que para que nos podamos unir todos, tenemos que ser nosotros mismos. Uno tiene que amar desde la conciencia plena. Es una herencia bellísima y a la vez una responsabilidad difícil en estos tiempos de polarización, de radicalidad, en los que muchas veces parece que la salida es muy fácil y está a un clic de la compra de algún producto rápido o en respuestas que se centran en el odio. Esa es la gran misión que recibimos todos como sociedad”.
Para el catedrático Baena Peña, “la gente en España siente el futuro como algo posible, es una herencia de un impulso utópico del que María Zambrano ha sido fundamental. No hablaba por hablar, sino según una muy larga tradición de nuestra vida cultural, literaria e histórica. Y sus palabras tenían permanentemente este sentido de conciliación, de futuro, de pueblo, de personas”.
Fuentes
Entrevista a Jesús Baena Criado, doctor en Teoría de la Literatura y Literatura Comparada en la Universidad de Málaga
Palabras del doctor Luis Ortega Hurtado, gerente de la Fundación María Zambrano
Declaraciones de Enrique Baena Peña, catedrático de Literatura y Literatura Comparada en la Universidad de Málaga