En diciembre de 1604 salió de las imprentas de Juan de la Cuesta, en Madrid, la primera edición de la primera parte de una de las obras literarias más importantes de todos los tiempos. El mundo vio El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha. Miguel de Cervantes, su autor, natural de Alcalá de Henares, concibió una obra de la que “muy pronto se observan los primeros indicios de su éxito”, de acuerdo con la biografía que el escritor Jean Canavaggio elaboró del literato y publicó el Instituto Cervantes en su web.
Cervantes tuvo una vida de película. Combatió en la batalla de Lepanto (que tuvo lugar en octubre de 1571 y enfrentó al Imperio Otomano a una coalición occidental) y sufrió cinco años de cautiverio como esclavo en Argel. Y ha pasado a la posteridad por su obra escrita. Y es ahí, en la posteridad, donde se le conoce como el manco de Lepanto. Pero no estaba manco en el sentido literal: no le faltaba una mano.
De hecho, el autor “tiene una estatua preciosa en la Biblioteca Nacional de España y otra en la Plaza de Cervantes de Alcalá, y en todas ellas se le representa con las dos manos”, apunta Guillermo Alvar, profesor de Filología Romana y secretario docente del Instituto de Investigación en Estudios Medievales y del Siglo de Oro Miguel de Cervantes de la Universidad de Alcalá, en conversación con INFOVERITAS.
El impacto del complutense en la literatura universal es indiscutible, no solo por el Quijote, sino también por el resto de su obra, en la que abarcó tanto novela como teatro. Esta la historia de la mano, o las manos, que escribió y vivió tanto.
Cervantes en Lepanto
Guillermo Alvar explica que, para Cervantes, la batalla de Lepanto sería “una más de un español que defiende los intereses de su rey y de su patria en el extranjero. Esto es el punto de vista del individuo. Desde el punto de vista de los intereses de España, esa batalla es crucial, fundamental”. En aquel entonces, Turquía era el gran enemigo no solo de nuestro país, sino “de la cristiandad. Hacía poco que había sometido un cerco a Viena y le pertenecía la actual Grecia. Está en ciernes sobre la península itálica, prácticamente acechando a Roma”.
Esta batalla es “fundamental para la supervivencia de Europa tal y como la conocemos nosotros hoy en día”.
Cervantes es herido en esta contienda y, cuando volvió, apresado. El escritor la describió y “se tornó legendaria enseguida”.
¿El manco de Lepanto?
Este experto comenta que Cervantes no llegó a perder la mano y que, en pintura, se le suele representar con ella. “De todos es conocida alguna pintura en la que aparece con las dos manos. Esa idea de manco como una persona que ha perdido una mano y que tiene un muñón no es cierta”, destaca.
Alvar cita una información legal al respecto del escritor complutense en la que se dice lo siguiente que “cuando se reconoció en la armada del tuco, en dicha batalla naval, el dicho Miguel de Cervantes estaba malo y con calentura, y el dicho capitán y otros muchos amigos suyos le dijeron que, pues estaba enfermo y con calentura, que estuviese quedo, abajo en la cámara de la galera. Y el dicho Miguel de Cervantes respondió que qué dirían de él y que no hacía lo que debía y que más quería morir peleando por su rey que no meterse so cubierta (…). Y peleó, como valiente soldado, con los dichos turcos en la dicha batalla en el lugar del esquife, como su capitán lo mandó y le dio orden con otros soldados. Y acabada la batalla, como el señor don Juan supo y entendió cuán bien lo había hecho y peleado el dicho Miguel de Cervantes, le acrecentó y le dio cuatro ducados más de su paga. De la dicha batalla naval salió herido de dos arcabuzazos en el pecho y en una mano, del que quedó estropeado de la dicha mano”.
Esta es una nota legal “y ahí está la expresión. No se queda manco, se queda ‘estropeado’ de la mano. Probablemente el plomo de algún arcabuzazo le seccionaría algún nervio de la mano y quedaría dañado, pero no totalmente impedido”, concluye el profesor de Filología Romana y secretario docente del Instituto de Investigación en Estudios Medievales y del Siglo de Oro Miguel de Cervantes de la Universidad de Alcalá.
De hecho, amplía, se sabe que Cervantes retomó su vida militar en 1572.
¿Y de dónde surge el mito? Alvar responde que, por un lado, acabó herido “y esto genera una leyenda. Ese tipo de representaciones de corte más literario lo que hacen es agrandar la personalidad de valentía y arrojo de una persona”. Este tipo de historias “son discutidas desde el primer momento en que se producen y no se sabe exactamente cómo se han originado”.
Lo que escribieron las manos del “manco”
De Cervantes se conserva mucha obra escrita, continúa Alvar. Su vida estuvo “llena de peripecias” y escribió obras de todo tipo. “La que él consideraba absolutamente fundamental era Los trabajos de Persiles y Sigismunda, creo que se murió pensando que esa era su obra maestra”. Pero también compuso los Entremeses, “otro tipo de obra más relacionada con el teatro”. Y, por supuesto, muchas novelas, como las Novelas ejemplares.
Pero por encima de todas se alza la obra “por la que quizá se le conoce más y la que ha pasado a la historia, El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, dividida en dos partes”. Este experto comenta que en la primera Alonso Quijano, el protagonista, “enloquece y vive esas peripecias tan bonitas, y luego quiso continuar el libro el tal Avellaneda (autor de una segunda parte apócrifa), con una continuación del Quijote”.
Por ello, Cervantes escribió en respuesta su continuación, en la que su personaje “sigue viviendo peripecias de todo tipo, pero ya va entrando de nuevo a una realidad, ese proceso famoso que está descrito por los críticos literarios de que hay un momento en que don Quijote se vuelve realista y Sancho se quijotiza, el personaje más realista sigue un camino hacia la ficción y el más embebido por la ficción sigue un camino hacia el realismo”.
La importancia del Quijote, apunta este experto, radica en que “se suele decir que Cervantes es el inventor de la novela moderna. Obras con aspecto de novela hay anteriormente, pero el retrato psicológico que hace Cervantes de los personajes que tiene es absolutamente formidable. Son personajes con una evolución psicológica tremenda a lo largo de toda la historia”. Y enfatiza, además, en el contexto del libro, de la obra cervantina.
A través de los diferentes episodios presenta, “probablemente con un realismo preñado de ironía, de fina interpretación y de vivencias propias, por un lado, y por otro con todo el bagaje cultural que tiene Cervantes, que es muchísimo, una imagen de la España de su época. Y eso fue un trueno para toda la gente quiere escribir prosa a continuación de él. El impacto del Quijote es absolutamente tremendísimo”, concluye.
Toda su obra se inserta, según las palabras de Guillermo Alvar, en un código renacentista, del Renacimiento español, o en el Barroco, “que está bebiendo continuamente de Italia”. Son libros “tremendamente eruditos, cargados de una tradición literaria que tiene mucho que ver con los clásicos”. Pero, por otro lado. El Quijote es una novela “con un realismo descarnado, que fascinó a coetáneos y luego por supuesto a toda la tradición posterior”.
Como se ve, el manco de Lepanto no lo fue tanto. Miguel de Cervantes no perdió la mano en aquella batalla. Sobrevivió, aunque herido, a la contienda, y se consagró como uno de los autores más importantes de la literatura universal. Regaló al mundo, entre otras muchas novelas, una fundamental para entender la vida: el Quijote. Cervantes nos enseñó a todos que, a veces, los gigantes contra los que embestimos no son sino molinos de viento.
Fuentes
Biografía de Miguel de Cervantes elaborada por el escritor Jean Canavaggio, publicada en la web del Instituto Cervantes
Entrevista a Guillermo Alvar, profesor de Filología Romana y secretario docente del Instituto de Investigación en Estudios Medievales y del Siglo de Oro Miguel de Cervantes de la Universidad de Alcalá