«Madre de niña con autismo a Tucker Carlson: ‘mi hija nació sana; recibió una vacuna a los 7 meses y a los 10 meses era una niña diferente’. Se estima que 1 de cada 59 nacimientos en España son diagnosticados de TEA. ¿Por qué no es progresista hablar del orígen de esta pandemia?» (sic). Este es el mensaje que está circulando en redes sociales junto a un vídeo de un minuto 29 segundos en el que una madre dice que su hija fue diagnosticada con autismo cuando tenía 18 meses y culpabiliza a una vacuna de su enfermedad.
«Juro por Dios que di a luz a una niña sana, lo único que siempre quise fue esta niña y ella estaba sana (…) Recibió una inyección a los siete meses y a los 10 meses era una niña diferente», comenta esta madre en el corte viral.
Sin embargo, esto es falso. Las vacunas no pueden provocar autismo y menos en bebés. La Confederación Autismo España confirma a INFOVERITAS que es difícil determinar antes de los 18 meses de vida que un niño o niña muestre rasgos claros de trastornos del espectro autista (TEA). El origen del bulo no está exento de polémica. A continuación, te explicamos por qué.
No es cierto que las vacunas produzcan autismo
Para comprobar la veracidad de la información, desde INFOVERITAS se ha consultado a la Confederación Autismo España por las afirmaciones que se defienden en esta publicación. La técnica de Investigación y Transferencia del Conocimiento María Verde Cagiao explica que «la evidencia científica ha demostrado la ausencia de relación entre las vacunas y el autismo reiteradamente las últimas décadas».
Desde la Confederación nos indican que todo parece indicar que el origen del bulo proviene de un estudio de 1998 dirigido por Andrew Wakefield, y publicado en la prestigiosa revista The Lancet, que sugería una posible relación entre la vacuna triple viral (sarampión, paperas y rubéola) y el autismo. «Este estudio fue desacreditado y retirado posteriormente porque se descubrió que los datos fueron manipulados y que Wakefield tenía conflictos de interés financieros», apunta Verde. «Desde entonces, numerosos estudios científicos rigurosos han demostrado que no existe ninguna relación entre las vacunas y el autismo».
Como se puede observar, el artículo fue retractado. La revista científica The Lancet tuvo que rectificar 12 años después porque no había evidencia científica para sostener esas conclusiones. Sin embargo, este bulo tuvo un impacto directo en las familias, que durante una década dejaron de vacunar a sus hijos por miedo a que contrajeran autismo. Se llamó el efecto Wakefield.
Estos estudios desacreditaron la teoría de Wakefield
La investigación del Statens Serum Institut de Copenhage, que realizó un seguimiento de más de 650.000 niños nacidos en Dinamarca entre 1999 y 2010, concluyó que no existe relación entre la administración de la vacuna contra el sarampión, las paperas y la rubéola con el TEA, de forma que no aumenta su riesgo, ni mucho menos lo desencadena.
Previamente, otro estudio fue publicado en la plataforma de publicaciones científicas JAMA, y también refutó la teoría de Wakefield. Tras analizar una muestra de 100.000 niños que recibieron la vacuna y sus antecedentes familiares de autismo, concluyeron que “estos hallazgos no indican una asociación perjudicial entre la recepción de la vacuna MMR y el TEA, incluso entre los niños que ya tenían un mayor riesgo de TEA».
Antes de los 18 meses no se puede saber si alguien tiene TEA
Es difícil determinar antes de los 18 meses de vida que un niño o niña muestra rasgos claros de autismo. Así lo aclaran desde la Confederación Autismo España en conversación con INFOVERITAS. Además, indican, no es inusual que en una trayectoria de desarrollo autista se produzcan regresiones en hitos que se alcanzaron un momento y después se pierden (ej. un niño que aprende a hablar y a los 2 años deja de hacerlo).
Desde la Confederación inciden en que este tipo de bulos y mensajes alarmistas solo contribuyen a asociar el autismo con algo negativo, como algo con una supuesta «causa» evitable, y alimentan la estigmatización sobre el TEA, además de provocar desconfianza en los sistemas de salud y en las recomendaciones médicas.
INFOVERITAS verifica que…
No es cierto que el autismo esté relacionado con la vacuna triple vírica de sarampión, paperas y rubéola. El origen de este rumor proviene de un estudio de 1998, llevado a cabo por el doctor Andrew Wakefield. Desde la Confederación Autismo España confirman que los datos fueron manipulados y que Wakefield tenía conflictos de interés financieros. La revista The Lancet tuvo que rectificar 12 años después por este artículo. Además, desde este organismo señalan que es difícil determinar si un niño tiene autismo antes de los 18 meses.
Fuentes y herramientas
Declaraciones de María Verde Cagiao, técnica de investigación y Transferencia del Conocimiento de la Confederación Autismo España
Estudio de Andrew Wakefield (1998)
Nota de prensa de Statens Serum Institut
Revista científica The Lancet