Hace ya tres años, pero seguro que te acuerdas. En marzo de 2022, España amaneció en color sepia. El motivo: una nube de polvo en suspensión procedente de África, concretamente, del desierto del Sáhara. La famosa calima. El fenómeno fue especialmente fuerte en zonas del sudeste de España, y el cielo de ciudades como Murcia o Alicante se tiñó directamente de naranja.
Este episodio de calima ha vuelto a salir a la palestra por un estudio liderado por las universidades de Oviedo y País-Saclay. En esta investigación se pone de manifiesto que el polvo en suspensión contenía partículas radiactivas. No obstante, el trabajo científico deja claro que este material radiactivo no entrañó ningún peligro para la salud de la ciudadanía. Así se pone de manifiesto en esta nota de prensa que la universidad ovetense ha emitido a este respecto.
A pesar de ello, y de la cobertura que medios regionales, como La Nueva España o La Voz de Asturias, y nacionales, como Europa Press, han dado al hecho de que este fenómeno fue inocuo, las redes sociales han sido, como es habitual, un mentidero en el que han circulado comentarios y afirmaciones carentes de contexto o que omitían la conclusión de la investigación. Por ello, desde INFOVERITAS te damos las claves para entender la polémica que ha resurgido con la calima de marzo de 2022.
¿Qué dice el estudio de las universidades de Oviedo y París-Saclay sobre la calima?
El trabajo científico liderado por las universidades de Oviedo y París-Saclay se publicó en la revista Science Advance el pasado 31 de enero. El título de la investigación es “Contaminación radiactiva transportada a Europa Occidental por el polvo del Sahara”. En el abstract del estudio, el resumen que precede al desarrollo se destaca que el material radiactivo que contenía la calima que llegó a España en marzo de 2022 “no presentó un riesgo para la salud pública en términos de exposición a la radiactividad”.
De acuerdo con esta publicación, el polvo en suspensión provenía del sur de Argelia. Esa ubicación, en la que se incluye la región de Reggane, “donde se realizaron las primeras pruebas nucleares atmosféricas francesas en la década de 1960”, es una zona conocida por ser una activa emisora de polvo, “responsable de los recurrentes y masivos eventos de polvo sahariano que llegan a Europa occidental y afectan la calidad del aire”.
“Los análisis geoquímicos y mineralógicos de las muestras combinados con observaciones satelitales y cálculos de trayectorias inversas confirmaron” el origen de la calima en el sur de Argelia.
Además, el material radiactivo de esta calima no provenía de las pruebas nucleares de Francia, ya que las partículas halladas eran diferentes de las típicas de los test franceses. “En cambio, coincidió con la señal global de radiación detectada a lo largo del planeta, dominada por los ensayos nucleares realizados por la Unión Soviética y Estados Unidos durante las décadas de 1950 y 1960”, se especifica en la nota de prensa de la Universidad de Oviedo.
El material radioactivo que trajo la calima en marzo de 2022 no entraña riesgos para la salud
Este es uno de los principales hallazgos de este estudio. El trabajo ha podido “determinar que su contenido en material radiactivo era muy inferior a los niveles de riesgo para la salud humana”, destacan desde el comunicado de la Universidad de Oviedo.
En este sentido, la publicación estableció que el nivel de material radiactivo suspendido en el aire durante la calima fue “mil millones de veces inferior a lo que la Unión Europea considera de riesgo”. Así lo informa Germán Orizaola, profesor de Zoología de la Universidad de Oviedo y uno de los investigadores que encabezó el trabajo en un audio que se encuentra disponible para descargar en la web de su centro universitario. Estas cantidades “no suponen ningún riesgo para la salud”, concluye.
En contexto, “este trabajo obtuvo unos niveles medios de cesio radiactivo en esas muestras de 14 Bq/kg, cuando los niveles autorizados en productos alimenticios se sitúan en 1000 Bq/kg y en 400 Bq/kg en el caso de productos de alimentación infantil”, destacan desde la universidad.
Así lo explica también el divulgador Alfredo García, conocido como Operador Nuclear, en su perfil de X. “Detectaron isótopos radiactivos como cesio-137 y plutonio-239 y plutonio-240, con una actividad media de 14 Bq/kg (bequerelios por kilogramo), muy por debajo del límite europeo de 1000 Bq/kg para alimentos”, apunta este experto. “Para ponerlo en perspectiva, el cuerpo humano contiene de forma natural isótopos radiactivos como el potasio-40 y el carbono-14, que contribuyen a una actividad interna total de aproximadamente 120 Bq/kg. Esto significa que una persona de 70 kg tendría una actividad interna total de alrededor de 8400 Bq, unas 600 veces la del polvo sahariano”.
Fuentes
Nota de prensa de la Universidad de Oviedo
Noticias de La Nueva España, La Voz de Asturias y Europa Press
Yangjunjie Xu-Yang et al., Radioactive contamination transported to Western Europe with Saharan dust. Sci. Adv. 11, eadr9192 (2025). DOI: 10.1126/sciadv.adr9192
Audio descargable del profesor de Zoología de la Universidad de Oviedo y uno de los investigadores principales del estudio
Post de Operador Nuclear en X