El herpes zóster es una enfermedad producida por el virus varicela zóster. Se trata del mismo virus que causa la varicela en la infancia. Lo normal es que la mayor parte de los adultos hayan pasado esta enfermedad en algún momento de su niñez. El problema es que este virus tiene la capacidad de quedarse oculto en nuestro organismo y puede reactivarse meses o años más tarde, causando lo que se conoce como herpes zóster. Esto suele ocurrir de manera natural con la edad avanzada o debido a medicamentos o enfermedades que causen una disminución de las defensas.
Si el virus se reactiva desciende por los nervios sensoriales provocando la aparición “de pequeñas manchas rojas en la piel que más tarde se convierten en vesícula”, unas lesiones similares a las que aparecen durante la varicela, señalan desde el Ministerio de Sanidad en este documento de preguntas y respuestas sobre la enfermedad.
¿Cuáles son los principales síntomas de la enfermedad y cómo de graves son?
Desde la Asociación Española de Vacunología explican que es infrecuente que una persona con una adecuada inmunidad padezca en más de una ocasión herpes zóster, pero sí es posible en inmunodeprimidos. El herpes zóster se caracteriza por presentar erupciones en la piel similares a las que aparecen en la varicela. “Lo más frecuente es que se trate del recorrido de un nervio torácico o lumbar. Esto implica que la erupción rodea de forma lineal un lado del tórax, razón por la que popularmente se le conoce con el nombre de culebrilla”, señalan desde este organismo. Menos del 20% de los pacientes presentan síntomas generales significativos, como dolor de cabeza, fiebre, malestar general o cansancio.
Otro de los síntomas más comunes es la inflamación de un nervio. “Este dolor puede ser constante o intermitente, puede preceder a la erupción en días o semanas y es de mayor duración cuanto mayor es la edad de la persona”, indican desde la Asociación Española de Vacunología.
¿Es recomendable vacunarse?
La vacunación es la medida más efectiva para prevenir el herpes zóster, una enfermedad que padecerán una de cada tres personas a lo largo de su vida, de acuerdo con los datos del Instituto Nacional de Salud de Estados Unidos (NIH, por sus siglas en inglés). De hecho, el Ministerio de Sanidad recomienda vacunarse a las personas que tienen un mayor riesgo de padecerlo partir de 18 años. Esto incluye a las personas trasplantadas o en espera de trasplante, pacientes con tumores sólidos en tratamiento con quimioterapia o con infección por VIH, entre otros; así como a la población general a partir de los 65 años, dado que la inmunidad disminuye con la edad.
En la actualidad, en España existen dos vacunas autorizadas: una vacuna atenuada (no disponible actualmente) y una vacuna producida por técnicas de recombinación de ADN compuesta por una glicoproteína (HZ/su). Para que la vacuna funcione se debe administrar en dos dosis. El intervalo entre dosis recomendado es de 2 a 6 meses.
Según los datos que maneja la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI), el 95% de los individuos a los 18 años ya presentan anticuerpos frente al virus por la vacunación o por la infección causada por este virus.
Fuentes
Instituto Nacional de Salud de Estados Unidos (NIH, por sus siglas en inglés)