Las sucesivas olas de calor que se están viviendo este verano hace imprescindible conocer la deshidratación. Esta problemática sucede cuando el balance hídrico del cuerpo es negativo, es decir, “cuando el organismo pierde más cantidad de agua de la que ingiere, y normalmente se acompaña de una alteración de sales minerales y electrolitos”, explica la doctora Ainhoa Oñatibia, farmacéutica del Colegio Oficial de Farmacéuticos de Gipuzkoa (COFG), ante la consulta de INFOVERITAS.
De forma general, está calculado que el cuerpo pierde entre dos litros y dos litros y medio de agua al día, que han de ser repuestos, y si la ingesta de agua y electrolitos no es suficiente surge la deshidratación.
¿Cuáles son los síntomas de la deshidratación? ¿Qué nos puede ocurrir si padecemos una? Aquí te damos todas las claves.
Tipos y causas de la deshidratación
No hay solo un tipo de deshidratación, sino varios, apunta la doctora Ainhoa Oñatibia, farmacéutica del Colegio de Farmacéuticos de Gipuzkoa. Dentro de esta problemática podemos encontrar la deshidratación isotónica, que se da cuando la pérdida de agua y electrolitos es proporcionada (“es la más frecuente, sobre todo en niños”); la hipotónica, que aparece cuando la pérdida de electrolitos es mayor que la de agua (“es la menos frecuente y suele ser secundaria a gastroenteritis o insuficiencias suprarrenales o cuando se ingiere demasiada cantidad de agua con poco contenido de sodio”); y la hipertónica, que surge cuando es mayor la pérdida de agua que la de electrolitos (“suele ser característica de las personas diabéticas”).
La cantidad de agua que presenta una persona varía en función de la edad, es mayor en recién nacidos y menor en adultos, y puede verse modificada por la situación fisiológica, la actividad física, la temperatura o la composición corporal. En general, “se estima que en adultos, como promedio, representa del 50% al 70% del peso corporal total”, destaca la doctora Oñatibia.
“El balance hídrico está regulado por la ingesta de alimentos, bebidas o agua metabólica y la pérdida, mediante orina, sudor o heces, y es esencial mantener un estado de hidratación adecuado para llevar a cabo los procesos fisiológicos”, señala. Se puede decir que la hidratación permite realizar funciones básicas del organismo y mantener las funciones corporales.
Las principales causas de la deshidratación son la pérdida de agua gastrointestinal, por vómitos o diarrea; exceso de orina, por tratamientos diuréticos, diabetes o cáncer de riñón, sudoración; por calor excesivo, humedad o actividad física; fiebre y otras enfermedades; y quemaduras, apunta la farmacéutica del COFG.
Las consecuencias de una deshidratación pueden empezar a verse a partir de una pérdida de solo un 1% o 2% de peso corporal. “Este desequilibrio del balance hídrico provoca un aumento de la sed y frecuencia cardíaca y bajada de la tensión arterial, con el objetivo de mantener el volumen de sangre en el organismo”, comenta la doctora Oñatibia.
No obstante, a medida que avanza la deshidratación se incrementa el riesgo de otras consecuencias, como la disminución del rendimiento, de la atención y la concentración y la rapidez psicomotriz, dolores de cabeza, irritabilidad y somnolencia. “Si se cronifica, pueden aparecer trastornos urológicos, gastrointestinales, circulatorios, metabólicos y/o respiratorios”, enfatiza; y si provoca una pérdida de más del 10% del peso corporal, puede poner en riesgo la vida de quien la padezca.
Síntomas de la deshidratación
Reconocer los síntomas de esta problemática es clave para evitar consecuencias más graves , ya que en estas situaciones es importante poder actuar cuanto antes. “Es esencial saber detectarla, sobre todo en niños y personas mayores, ya que son la población que peores consecuencias sufren”, asevera esta experta.
La doctora Oñatibia enumera los síntomas de la deshidratación: sed, sequedad de boca, menor producción de orina o color oscuro de esta, apatía, debilidad, hundimiento de ojos y mejillas, y la fontanela en el caso de los bebés, confusión, enfriamiento de extremidades, taquicardia, pulso débil, dolor de cabeza, mareo y calambres musculares.
Desde INFOVERITAS también nos hemos puesto en contacto con el Col·legi de Farmacèutics de Barcelona. En su respuesta, nos remiten a este artículo de su web, en el que amplían los síntomas descritos con piel seca, aturdimiento y, entre otros, confusión y fatiga, además de sed, boca seca y micciones menos frecuentes.
Cómo actuar en caso de deshidratación
La doctora Oñatibia explica que, en primer lugar, es importante valorar a la persona y la gravedad de la deshidratación, porque, si se encuentra en fase avanzada, se deberá contactar urgentemente con profesionales médicos. “Si el afectado presenta una deshidratación leve, habrá de identificarse la causa de esta y actuar en consecuencia”, enfatiza.
De forma general, ante una deshidratación leve se tiene que administrar agua, o, en su caso, lactancia materna, de forma gradual, “siempre empezando por dosis pequeñas, valorando la tolerancia, y, si es posible, administrar soluciones de rehidratación oral mejor, ya que disminuye las complicaciones asociadas, reduce el número de ingresos y favorece la introducción de la alimentación”, completa.
Para la prevención de la deshidratación es importante tomar líquidos y alimentos ricos en agua, como frutas y verduras. Esta ingesta debe ser mayor si se padecen vómitos o diarrea, en este caso, es importante comenzar con “una solución de rehidratación oral cuando se presenten los primeros signos o cuando el vómito y la diarrea perduren en el tiempo y sean cuantiosos”; y con el ejercicio, antes, durante y después “se debe asegurar una hidratación adecuada, poniendo especial atención en prevenir una deshidratación hipotónica, por lo que debe haber también aporte de sales minerales y electrolitos”, ahonda la doctora Ainhoa Oñatibia, farmacéutica del Colegio Oficial de Farmacéuticos de Gipuzkoa.
También debe hacerse hincapié en el consumo de frutas y verduras en épocas de calor, “como el verano y en olas de calor, como las que estamos viviendo en nuestro país, y asegurar una correcta hidratación, sobre todo en niños pequeños y mayores, evitando exponerse al sol durante las horas centrales del día y bebiendo sin esperar a tener sed”. Durante una enfermedad también hay que garantizar una buena hidratación de la persona enfermera, ya que “es importante para la correcta evolución de la dolencia” y para prevenir “problemas asociados”, concluye la doctora Oñatibia.
Por su parte, el comunicado del Col·legi de Farmacèutics de Barcelona apunta que no siempre hay “un indicador precoz confiable de la necesidad de agua del organismo”. Hay personas, especialmente las mayores, que no tienen sed hasta que están deshidratadas, por eso es importante adelantarse siempre a la sed y proporcionar agua al cuerpo. “Sobre todo, cuando se está trabajando, jugando o haciendo ejercicio bajo el sol en días calurosos”.
Fuentes
Declaraciones de la doctora Ainhoa Oñatibia, farmacéutica del Colegio Oficial de Farmacéuticos de Gipuzkoa