El 9 de marzo de 2023 se informaba del fallecimiento de una joven tras consumir un café en Manzanares (Ciudad Real) durante su tiempo libre del Encuentro CREO.
Algunos medios de comunicación indicaban que la joven había fallecido por alergia a la lactosa, como en este artículo del diario El Mundo. El periódico titulaba así la noticia: “Muere una chica de 17 años por alergia a la lactosa tras tomar un café con unos amigos en Ciudad Real.”
Sin embargo, desde la Sociedad Española de Inmunología Clínica, Alergología y Asma Pediátrica (SEICAP) puntualizan que la alergia a la lactosa no existe. Lo que existe es la alergia a la proteína de la leche y la intolerancia a la lactosa. En este artículo te lo explicamos.
Lo correcto es hablar de alergia a las proteínas de la leche
La intolerancia a la lactosa y la alergia a las proteínas la de leche son dos trastornos distintos, pero se confunden con cierta frecuencia. Desde la Fundación Española del Aparato Digestivo (FEAD) señala que la alergia a las proteínas de la leche es una enfermedad caracterizada por una respuesta exagerada del sistema inmunitario (defensas) a las proteínas de la leche.
“Principalmente a las proteínas betalactoglobulina y caseína, la primera no se encuentra en la leche materna”, puntualizan desde el organismo. Estas proteínas son reconocidas como extrañas en el organismo y se inicia la producción de anticuerpos, entre ellos la inmunoglobulina E y se segregan sustancias químicas como la histamina, causante de la mayoría de los síntomas.
Aunque la alergia a las proteínas de la leche puede aparecer a cualquier edad, lo normal es que se desarrolle a lo largo del primer año de vida. De hecho, estas alergias no se tienen desde el nacimiento, se van desarrollando poco a poco, una vez se ingieren estas proteínas. Por lo general, una reacción alérgica de este tipo “sucede inmediatamente después del consumo de leche”, aclaran desde la Clínica Mayo de Estados Unidos.
¿Cuáles son los síntomas más frecuentes?
Los síntomas son muy variados “llegando a implicar a diferentes órganos y pudiendo producir reacciones muy graves que pueden conducir a la muerte por shock anafiláctico”, explica Pilar Cots Marfil, alergologa del Complejo Hospitalario Ruber de Madrid en el blog de este centro sanitario. De hecho, de acuerdo a la Clínica Mayo, la leche es el tercer alimento más común, después de los cacahuetes (maní, cacahuetes) y los frutos secos, que causa anafilaxis.
Entre los síntomas más frecuentes destacan aquellos que afectan a la piel, urticaria, edema o inflamación o dermatitis atópica o algunos síntomas respiratorios, tales como dificultad para respirar, rinitis y conjuntivitis. Sin embargo, también son habituales los síntomas digestivos como dolores cólicos, vómitos y regurgitaciones, diarreas de intensidad variable y hemorragias del tubo digestivo, con sangre en los vómitos o en las heces.
Desde la FEAD indican que los métodos diagnósticos “son las pruebas cutáneas como el prick test, niveles de inmunoglubulinas E (anticuerpo) en la sangre contra las proteínas de la leche y prueba de exposición o provocación con leche, administrando pequeñas dosis de la misma, siempre monitorizado por un personal sanitario.”
En este caso, el tratamiento es la suspensión estricta de este alimento y su sustitución por fórmulas especiales.
¿Alergia a la lactosa o intolerancia a la lactosa?
Como hemos explicado al inicio del artículo, la alergia a la lactosa no existe. Lo que existe es la intolerancia a la lactosa, un azúcar presente de manera natural en la leche. La explicación de esta intolerancia es sencilla. La lactosa, para absorberse desde el intestino, sufre la acción de una enzima llamada lactasa. Sin embargo, algunas personas tienen déficit de lactasa, lo que provoca que no pueden digerir de manera adecuada la lactosa. A diferencia de una alergia a la leche, en la intolerancia no interviene el sistema inmunológico.
Esta afección es poco frecuente en bebés y en niños pequeños. Es más habitual en adultos. “Es frecuente que algunas personas, con el paso del tiempo, vayan perdiendo total o parcialmente la enzima, y al hacerse adultos se hagan intolerantes a la lactosa. Esta pérdida de la enzima en la edad adulta no se recupera”, destacan desde SEICAP.
La Clínica Mayo enumera los síntomas más frecuentes: “Problemas digestivos, tales como hinchazón, gases o diarrea, después de consumir leche o productos lácteos”. En este caso, el tratamiento suele ser limitar el consumo de leche y productos lácteos. Aunque la clave está en adaptar la alimentación en función de las necesidades de cada individuo.
Fuentes
Sociedad Española de Inmunología Clínica, Alergología y Asma Pediátrica (SEICAP)
Fundación Española del Aparato Digestivo (FEAD)